REFLEXIÓN DEL TERCER DOMINGO DE ADVIENTO
ADVIENTO, ALEGRÍA
EN EL DESIERTO
Is 35; 1-6.10; Sal
145; Stgo 5, 7-10; Mt 11, 2-11
III domingo de
adviento, ciclo A
11 de diciembre de
2016.
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
Mientras el día avanza y
la noche está encima, hay que revestirnos de las obras de la luz. Hay que estar
vigilantes, hay que convertirnos a Dios y transitar por los caminos de justicia
y de paz.
Hoy encendemos la tercera
vela de la corona de adviento y caminamos con alegría en medio de las arideces
de la vida, sabiendo que la esperanza y la fe nos llevan hacia el encuentro con
Jesús que ya está cerca.
Naturaleza
del desierto.
El desierto por
naturaleza es un lugar árido, hay poca agua (oasis), pocos habitantes, la
temperatura suelen ser muy alta (demasiado calor), hay un viento feroz que
produce tormentas de arena (dunas), los animales (fauna) son normalmente
réptiles y existe poca flora (plantas).
El yermo es un lugar que
carece de vida (ni vegetación, ni personas), está relacionado con estepa y
desierto, es un lugar seco, infecundo, sediento, agotado, desolado, estéril,
lugar muerto. A ellos, lugar y personas Isaías les anuncia que se regocijen.
Alegría
en el desierto (Palestina).
El texto de Isaías
afirma: Regocíjate, yermo sediento. Que se alegre el desierto y se cubra de
flores, que florezca como un campo de lirios, que se alegre y dé gritos de
júbilo, porque le será dada la gloria del Líbano, el esplendor del Carmelo y
del Sarón.
El profeta está hablando
de Palestina tierra árida que se revestirá de exuberante vegetación y que
competirá con las regiones famosas por su vegetación como el Líbano por sus
cedros, el Carmelo con sus abundantes pastos y el Sarón con su polifonía de
flores.
Es contradictorio decir
que se alegre porque la naturaleza misma del desierto no permite que haya
abundancia de flores. La alegría va en el orden de la naturaleza (flora,
fauna), pero también el orden de la humanidad. El profeta sabe de antemano que sus
contemporáneos están viviendo momentos de tristeza, hay grandes calamidades y
eso los ha llevado a tomar actitudes pesimistas.
Alegría
en la aridez y ante la llegada de la abundancia que trae el Mesías.
El profeta (voz de Dios)
anuncia una esperanza y confianza. Este poema es el anuncio de la realidad
sobrenatural de la gracia que traerá el nuevo David, pues poseerá el espíritu en
plenitud de manera permanente (sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza…).
Ha hecho que los animales feroces convivan con los animales domésticos, es
decir la llegada del Mesías transformará todo.
Su presencia es un gran
germen de vida, la humanidad será un nuevo fermento. Él traerá la salvación y
liberación definitiva, nada defectuoso formará parte de la nueva humanidad, de
ahí que los ciegos verán, a los sordos se les abrirán sus oídos, el cojo
saltará como venado y el mudo cantará.
Adviento,
tiempo de alegría.
La vivencia que tuvieron
los habitantes de Palestina es algo similar a la nuestra. Vivimos un tiempo
difícil económicamente, socialmente hay muchos problemas, las familias se
quejan constantemente a nivel laboral por el poco empleo que hay y mal remunerado
e inclusive a algunas personas no reciben su pago a tiempo y actualmente hay
muchas manifestaciones.
En medio de estas
arideces y otros desengaños, las familias se han sentido defraudadas, viven en
el desaliento, la incertidumbre y hay infinidad de molestias que no saben cómo
canalizar todo ese bagaje de problemas.
Precisamente el adviento
es el tiempo propicio para buscar con mayor entusiasmo a Dios. La esperanza no
debe decaer, la fe nos ayuda a salir adelante y a emprender un mejor camino. La
alegría nada ni nadie nos la debe de arrebatar. Solo quien se encuentra con
Dios experimenta que de un yermo o desierto Dios hará florecer un jardín. A
partir de esa confianza la alegría es desmesurada.
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