REFLEXIÓN DEL III DOMINGO DE ADVIENTO
LA ALEGRÍA DESDE
DIOS
Is 35, 1-6.10; Sal
145; Stgo 5,7-10; Mt 11, 2-11
III domingo de
adviento, ciclo A
11 de diciembre de
2016
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
La celebración de la
Navidad es siempre un tiempo festivo y muchos la esperan con una alegría normalmente
pasajera. El gozo desde Dios, es muy diverso al que presenta el mundo, este
gozo divino es el que se describe en las lecturas de este tercer domingo
llamado “de la alegría”.
Domingo
de la alegría.
Este tercer domingo de
adviento tiene como nombre domingo de Gaudete.
Este título se la da, por la primera palabra en latín de la antífona que reza
así: Gaudete in Domini Semper: iterum
dico, gaudete (estad siempre alegres en el Señor, se lo repito, estad
alegres). Esta antífona se encuentra en el texto de Filipenses 4,4-5. El texto
sigue diciendo: Dominus prope este (el
Señor está cerca). Este tercer domingo es más de la mitad del tiempo de
adviento y la llegada del Señor está cada vez más cerca.
Los signos se hacen
notar. En la corona de adviento está una vela de color rosa, el ornamento del
sacerdote debe ser rosa, que evoca la alegría de la espera porque el Señor se
acerca.
La
alegría desde Dios.
El evangelio subraya que
Juan se encuentra en la cárcel y ha oído hablar de las obras de Jesús, y, envía
a sus discípulos a preguntarle si Él es el Mesías o hay que esperar a otro.
Jesús les responde:
“Vayan a contar a Juan lo que están viendo y oyendo: los ciegos ven, los cojos
andan, los leprosos quedan impíos de la lepra, los sordos oyen, los muertos
resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso aquel que no se
sienta defraudado por mí”.
No es que Juan dudará de
la identidad de Jesús, puesto que en otros pasajes ya lo ha señalado como el
Mesías. Más bien, son los discípulos los que no han entendido que Jesús es el
Mesías; puesto que ha empezado a bautizar y acude con Él mucha gente. Juan
Bautista, estratégicamente envía sus discípulos a Jesús por dos razones:
·
Para que sean ellos los que de primera
mano constaten el gozo inmenso que trae Jesús, no sólo a los que padecen un
mal, sino a toda la humanidad.
·
Ahora, los discípulos de Juan serán
discípulos de Jesús.
Este gozo es el anuncio
que hizo Isaías al decir que el desierto se cubrirá de flores. La flor que
brota no sólo ha sido Juan Bautista, el cual nada le pidió a la gente, sino que
todo lo recibe de Dios.
La flor de un jardín es
el esfuerzo y trabajo del jardinero. En el desierto cada flor, cada alimento es
amor de Dios. Esta flor que embellece el desierto de nuestras vidas también es
Jesús. Los ciegos, los cojos, leprosos, sordos, etc. viven y experimentan en sí
mismos un vacío, hay una infecundidad, no tienen vida plena. Son ellos mismos
un desierto o un yermo. Jesús, hará embellecer sus vidas y serán ahora un
desierto plagado de flores.
La
alegría que presenta el mundo.
El gozo que trae un
mensajero de Dios es muy diverso al que presenta el mundo. Baste con
preguntarnos ¿Cómo vivo el adviento y la navidad? Ciertamente el adviento y la
navidad son tiempo de alegría. Sin embargo, el mundo presenta una alegría
pasajera, momentánea o efímera porque se vive sometido a un momento. Así, las
posadas, los regalos, la navidad, los festejos, las comidas, fiestas, etc. son
actividades que no trascienden porque son producto de la mercadotecnia; a ello,
le falta, la plenitud de la vida que es Cristo.
Ciertamente nuestras
fallas, omisiones, retrocesos, estancamientos, proyectos no realizados, pérdida
de un ser querido, etc. causan tristeza y a veces molestia contra Dios. Sin
embargo, el ser humano no puede vivir sin la alegría. Las alegrías pasajeras o
equivocas producen vacíos, tristeza y reproches; pero Jesús es el gozo
indescriptible. Por tanto, la conversión no es un acto de tristeza, sino un
abrir la puerta para que entre Cristo y llene de gozo nuestra vida.
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