REFLEXIÓN DEL IV DOMINGO DE ADVIENTO


MARÍA, ESPOSA DE JOSÉ
Is 7, 10-14; Sal 23; Rom 1,1-7; Mt 1,18-24
IV Domingo de adviento, ciclo A
18 de diciembre de 2016

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

En cada domingo del tiempo de adviento, hay unos personajes que nos ayudan a comprender mejor la llegada de Jesús. Así, por ejemplo: en el primer domingo se destacaba  Isaías, él   nos invitaba a buscar la luz; en el segundo y tercer domingo Juan Bautista,  que desde el desierto surge como una voz que llama a la conversión, para transitar por caminos de justicia y de paz, por eso el adviento es el tiempo de enderezar el sendero de manera alegre porque ya llega el Señor.

En este cuarto domingo, la figura central es María Santísima, es Ella la humilde esclava del Señor quien se ha preparado para recibir al Emmanuel. El personaje de María, en este domingo de adviento, ha sido precedido por dos festividades.

Inmaculada Concepción.

El 8 de diciembre celebramos solemnemente, el dogma de la Inmaculada Concepción, también se le denomina Purísima Concepción. La Iglesia reconoce que María, la Madre de Jesús, desde el primer momento de su concepción fue preservada o libre de la mancha del cualquier pecado; Ella es la “llena de gracia”, pues purísima debía de ser la que llevará en su seno al cordero que quita el pecado del mundo.

Esta es una gracia especial que Dios le concedió a María, a diferencia de todos los seres humanos que somos pecadores. Este dogma es diferente al de la maternidad virginal que celebraremos el 1º- de Enero. La maternidad divina consiste en que Jesús fue concebido sin intervención de ningún varón y que permanece Virgen antes, durante y después del parto.

Apariciones de Guadalupe.

El 12 de diciembre celebramos en Nuestra Nación y en todo el continente 485 años de las apariciones de María, bajo el título de Guadalupe a un indio llamado Juan Diego en el cerro del Tepeyac. Las apariciones se dieron durante 4 días, del 9 al 12 de diciembre de 1531.

En la primera, la Virgen pide a Juan Diego que vaya al Obispo para que se le edifique una casita, el Obispo no le cree. En la segunda, Juan Diego desanimado le dice a María que vaya otra persona, la Virgen lo anima y el obispo pide una señal. En la tercera, Juan Diego da el recado de la señal, María le dice que al otro día regrese, pero la enfermedad de su tío Juan Bernardino no puede ir. En la cuarta aparición, ante la gravedad de su tío va por un sacerdote por otro lado para no toparse con María, pero no le resulta lo pensado. Juan Diego le pide perdón por no acudir a su llamado, María le hace ver que nada la aflija, él está bajo su regazo. La Virgen le pide que vaya al cerro por la señal y corte unas flores. Él va, las pone en su tilma y se las lleva al obispo y en presencia de varios se estampa la imagen preciosa de María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive. En ese mismo momento se le aparece a Juan Bernardino.

María, esposa de José.

En el evangelio de san Mateo se nos narra el misterio de la encarnación, es decir cómo llegó Jesús a este mundo.

El texto subraya que María, es su madre, que José es su esposo, pero que antes de que vivieran juntos; Ella, sin intervención de ningún hombre, sino por la gracia de Dios está esperando a un hijo. José, es un hombre justo y no quiere ponerle en evidencia, sino dejarla en secreto. Ante esta alternativa el Ángel del Señor se le aparece en sueños y le ratifica que el hijo que María está esperando es por obra del Espíritu Santo y él le pondrá por nombre Jesús porque viene a salvarnos de los pecados.

Queda claro que el Ángel le anuncia  a José dos cosas: en primer lugar que María es su esposa y en segundo que el hijo de su esposa María es por obra del Espíritu Santo y por tal motivo no debe de dudar en recibirla en su casa.

Breve aplicación:

  • María es la Madre de Jesús y  modelo para que cada persona sea una digna morada para Él.
  • Ella lo concibe, es decir lo da a conocer. De igual manera, cada discípulo debe dar a conocer a Jesús.
  • Jesús viene a salvarnos de los pecados. En su nombre va la misión. ¿Cuál es la mía?
  • José no es padre adoptivo de Jesús, sino su verdadero padre. Cada padre y madre de familia ha recibido la gracia necesaria para cumplir con esta misión.
  • Cada hijo es una gran bendición, es decir un bien o dicho de otra manera cada hijo debe llevar con palabras y actitudes el amor de Dios a los demás.

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