REFLEXIÓN I DOMINGO DE ADVIENTO


CAMINEMOS EN EL ADVIENTO
Is 2,1-5; Sal 121; Rom 13,11-14; Mt 24,37-44
I domingo de adviento, ciclo “A”
27 de noviembre de 2016

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

Esté primer domingo de adviento es tiempo de marcha, ponerse en el camino del Señor. El salmo: Nos invita a ponerse en peregrinación, ponerse en camino; porque no se ha comprendido del todo su Palabra y mucho menos se vive, por eso necesita de su gracia para avanzar y encontrarse con Él.

Enigmas o paradojas.

Las palabras de Jesús a veces no se entienden a primera vista porque son como enigmáticas, contradictorias o paradojas. El usa lo contradictorio porque de esta manera el ser humano puede pensar y, poner en movimiento la capacidad de reflexionar. El misterio de Cristo no está del todo comprensible, por eso el adviento es tiempo de marcha hacia ese descifrar el misterio de Jesús.

Primera contradicción: San Pablo, nos invita despertar del sueño y conducirnos como en el día. Se entiende que estamos de noche y nos invita a tomar actitudes del día. Se tienen que hacer obras del día en la noche. Esta es una tensión o contradicción.

Esta paradoja: “Es de noche y hay que obrar como de día”, es comprensible porque los católicos, en la práctica somos ateos, es decir vivimos como si Dios no existiera, esto es más grave que declararnos ateos; porque un ateo niega su existencia; mientras que el catolicismo en la práxis le hemos dado la espalda a Dios y es ahí donde se enmarca la contradicción entre la luz y las tinieblas.

Sin embargo, el cristiano es hijo de la luz y continuador de esta convicción.

Segunda contradicción: Los profetas hablan del día del Señor, como el día de la confrontación, día de la cólera, del juicio. Sin embargo, en la primera lectura (Is 2,1-5) se dice que: al final de los días estará firme la casa del Señor, confluirán hacia Él los gentiles, caminarán pueblos numerosos.

Esta paradoja: “Habrá confrontaciones, guerras y viviremos en paz” es la misma sentencia que dice: “De las espadas se forjarán arados y las lanzas, podaderas”. Es comprensible porque el adagio dice: “después de la tormenta, siempre viene la calma” o “no hay mal, que por bien no venga”.

El cristiano se tiene que preparar para las guerras, confrontaciones y diferentes tipos de situaciones adversas que nos van a desestabilizar, desalentar y hacer perder la paz; sin embargo, el camino del adviento es camino de fe (creer firmemente en Dios), es camino de esperanza, etc. si el cristiano se mantiene firme en Dios va a conseguir lo que anhela.

Tercera contradicción: Jesucristo en un pasaje bíblico, nos recuerda que el ser humano sabe descifrar los signos de los tiempos, saben cuándo va a llover y cuándo no. Ellos reconocen los signos del tiempo, del clima y porque no aplicarlos en este momento. Los signos son tales y los pueden leer, pero ahora nos dice que el Hijo del Hombre vendrá cuando menos lo esperen. Si fueran tan claros o manifiestos se dijeran mejor que cuando los signos sean claros, vendrá el Hijo del Hombre, pero vendrá cuando menos lo esperen. Esto es contradictorio.

Esta paradoja: ¿“Los signos nadie los entenderá”? Entonces… ¿Para qué existen los signos? Cuando se hace alusión a los tiempos de Noé, que comían, bebían y se casaban; estas señales de los tiempos preparan la llegada de Cristo, pero el día en que llegue Jesús será algo que no tiene antecedentes, no puede ser pensado, imaginado y nadie puede predecirlo, porque será algo sumamente nuevo. Si hay que tomar en serio las señales, que nadie nos engañe, pero que su llegada rebasa todo signo que lo antecede, porque su llegada será algo nuevo, inimaginable y desbordante que no hay signo que lo pueda describir.

Ante esta novedad va nuestro peregrinar, porque, aunque no sabemos cómo va a suceder, pero por la fe lo anhelamos, caminamos seguros, con alegría hacia la casa del Señor y jubilosos delante de su puerta.

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