REFLEXIÓN DEL DOMINGO XXXIII ORDINARIO
YA VIENE EL DÍA
DEL SEÑOR
XXXIII domingo
ordinario, ciclo c
Mal 3,19-20; Sal
97; 2 Tes 3,7-12; Lc 21,5-19
13 de noviembre de
2016
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
El tema central de este
domingo, es la llegada del Señor, no sabemos con exactitud cuándo va a suceder,
pero lo que sí sabemos es que su venida es una realidad.
1.
Dios
ya vino en la Divina Persona de Jesús, en su encarnación.
El Señor ya vino por
primera vez, en la Divina Persona de Jesús de Nazaret; Él se hizo uno como
nosotros, excepto en el pecado, fue juzgado injustamente, condenado a muerte,
padeció, murió y resucitó al tercer día, nos envió al Espíritu Santo, prometió
estar con nosotros hasta el fin de los tiempos y vendrá a separar a unos de
otros, como separa el pastor las ovejas de los cabritos (ver Mt 25, ) y en el credo
Niceno-constantinopolitano se dice que vendrá a juzgar a vivos y muertos.
2.
El
Señor viene constantemente.
¿En dónde constatar que
Dios ha llegado y seguirá llegando? Dios está en los sacramentos, de manera muy
especial en la Eucaristía. Cada vez que el sacerdote consagra el pan y el vino
es el Señor el que se hace presente en la comunidad que está reunida. Dios está
presente y seguirá llegando cada vez que lo invocamos por medio de la oración;
se hace presente su amor, gracia y misericordia cada vez que nos acercamos al
sacramento de la reconciliación. Dios sigue llegando cada vez que vivamos la
caridad porque Él se identifica con el hambriento, sediento, forastero,
desnudo, enfermo y encarcelado. Ahora bien, es una responsabilidad vivir en la
caridad para que esta llegada del Señor se haga más palpable.
Así, pues, el tiempo que
nos toca vivir es una magnífica oportunidad para afirmar categóricamente con
palabras y actitudes que somos del Señor o de plano renunciar a Él. Vivir en el
mandamiento del amor que se expresa a Dios, a sí mismo y al prójimo es hacer
presente a Jesús que ya ha llegado.
La manera de vivir
ordinariamente se convierte como un juicio; es el mundo el que te enjuicia si
realmente eres del Señor o no, es el mundo el que te evalúa si eres discípulo
de las cosas de este mundo o discípulo del Señor, y si eres discípulo misionero
del Señor tus frutos darán testimonio de ti y de Él.
3.
Vendrá
Jesús como Juez.
La fe nos dice que Jesús vendrá
por segunda ocasión, vendrá en el momento menos esperado; pero su llegada no es
terrorífica, sino totalmente lo contrario. Él no es un castigador. Lo cierto es
que Él se da cuenta de todas las cosas que tú y yo realizamos, Él no es un
tonto, pues sabe perfectamente lo que está sucediendo en ti, en mí y en el
mundo.
Además Dios no es Alguien
que te permita hacer lo que tú quieras, al grado de que lo que Tú le hagas a Él
en las personas le pareciera bien, pero definitivamente no es así. Por otra
parte, algunos queremos un Dios que no se meta conmigo.
Toda esta manera de
pensar esta equívoca. Lo que Dios nos manda o pide en sus mandamientos es
porque nos ama y este mismo amor es el que nos va a juzgar. Este Dios amor es
el Dios juez. Nos juzgará con justicia y este amor que Él nos tiene es
oportunidad para que te encuentres con ese amor con el que Él nos ama. No
olvidemos que como vivimos, así morimos. Por tanto, vivamos amorosamente, para
que se nos juzgue desde el amor.
Nos
cuestionamos:
Jesús vino por primera
vez en su nacimiento pero sigue llegando a través de los sacramentos, la
oración, la caridad, etc. ¿Cómo hago presente su llegada en mi ambiente
familiar, laboral, eclesial y social? La fe de la Iglesia nos recuerda que
Jesús vendrá por segunda ocasión y vendrá para juzgar a vivos y muertos ¿Creo
yo en esta fe de la Iglesia? ¿Cómo me estoy preparando para ello? Si hoy
tuviera que presentarme ante el Justo Juez ¿Soy justo ante sus ojos, es decir
estoy viviendo de acuerdo a sus mandamientos?
Comentarios
Publicar un comentario