REFLEXIÓN DEL XXXII DOMINGO ORDINARIO


MÁRTIRES DE DIOS
2 Mac 7,1-2.9-14; Sal 16; 2 Tes 2,16-3,5; Lc 20,27-38
XXXII domingo ordinario, ciclo c
6 de noviembre de 2016

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

Estamos casi por concluir un año litúrgico más y con ello las lecturas nos invitan a reflexionar sobre la vida y la muerte, pero principalmente sobre la resurrección. Los mártires como testigos cualificados de Dios dan crédito de la verdadera vida más allá de esta vida.

¿Qué es un mártir?

Es aquel que da testimonio de Dios al grado de dar la vida por Él.

El martirio es entendido como tal porque el cristiano o discípulo del Señor es capaz de dar la vida por la causa de Jesucristo, por la causa del Reino, por la fe y el amor a Jesús, porque él en su vida es un total testigo de las obras de amor que Dios hace en su persona.

El martirio se da en la Iglesia porque es consecuencia de una identidad con Jesús, con su fe y con la resurrección. El donar la vida es la consecuencia de esta convicción que está en su mente, corazón y conciencia, pero se hace práctica por razón del seguimiento radical hacia la persona de Cristo, única garantía de dar vida.

Los mártires en la primera lectura.

Son sorprendentes las declaraciones de los hermanos que mueren por órdenes del rey Antíoco, los cuales dicen: “Estamos dispuestos a morir antes de quebrantar la ley de nuestros padres”. El martirio sin guerra, sin violencia, sin revancha es principio y promesa de la resurrección, en un mundo o en una vida distinta donde ya no habrá violencia.

Cristo primer mártir.

Los evangelios nos presentan a Jesús como el enviado del Padre. Él es el camino, la verdad y la vida y nadie va al Padre, si no es por Él. Él es testigo fiel del amor del Padre.

Su presencia, su mensaje, sus sentimientos, sus actitudes, su manera de hablar incomodó a las autoridades e intereses de este mundo. Fue condenado injustamente y le hacen dos juicios:

·         Religioso: De ser blasfemo (ver Jn 5,17ss), es decir que siendo sólo hombre pretende ser Dios.

·         Civil-político: El letrero de la cruz dice (INRI) ser rey de los judíos. Se le acusa también de ser un Agitador social: (ver Lc 23, 2).

Sin embargo, nada de lo que se le acusa es cierto, Jesús no muere para conseguir una victoria política, tampoco para asegurar una resurrección o inmortalidad, sino que muere por fidelidad al Reino, es decir a la vida en Dios, en gratuidad total, perdonando a los enemigos. Jesús es testigo de Dios (mártir ver Ap 1,5). Él ha revelado con su palabra y su vida el misterio de Dios.  Por tanto, nadie le quita la vida, Él la da voluntariamente, porque tiene poder para darla y para recobrarla de nuevo (Ver Jn 10,18).

La Iglesia Madre de los mártires.

La Iglesia ha nacido del costado de Cristo que fue atravesado por la lanza del soldado romano, de ahí brotó sangre y agua. Y de ahí nos dio una vida nueva, por eso la Iglesia debe y hace presente al crucificado por amor hasta el final de los tiempos.  Por eso se afirma: el que pierde su vida por mí y por el evangelio, la salvará (ver Mc 8, 35).

El martirio actualmente abarca situaciones y formas muy diversas, ya que las acusaciones y motivos, responden a una variedad de cosas; aunque todas se concretizan en la fe en Cristo Jesús.

En la historia de la Iglesia ha habido muchos mártires. San Esteban es el primero de ellos; Edith Stein, es condenada en Auschwitz a la cámara de gas; Maximiliano Kolbe se ofrece morir a cambio de otro prisionero; Mons. Oscar Arnulfo Romero, es acusado de subversivo; el Padre Pro es condenado injustamente, de sabotaje y de terrorismo, murió sin tener ningún juicio y sin tener pruebas de tales acusaciones. En tiempos de la persecución en México, los mártires mexicanos fueron llevados a la muerte por defender la fe, entre ellos se encuentra nuestro nuevo santo José Sánchez del Río.

Repensar el martirio.

Tenemos a flor de piel, la canonización de un mártir y santo mexicano, de tan sólo 14 años de edad, llamado José Sánchez del Río. El Papá Francisco lo elevó a los altares junto con otros seis hijos más de la Iglesia.

Es impresionante su historia, su valentía y su fe en Dios, que se refleja en su frase célebre: “Nunca ha sido tan fácil ganarse el cielo como ahora”.

Repensar el martirio es hacer justicia a todos los confiesan la fe en Dios y que entregan su vida por Él, pero también es vivir nuestra identidad como discípulos del Señor. A veces, queremos opacar sus nombres afirmando que son de otra ideología, que son víctimas de…sin embargo lo que a veces hacemos es rechazar un carisma que es de Dios para la Iglesia.

Todos ellos y otros más son testigos cualificados de Cristo.

Nos cuestionamos:

El martirio es testigo de Dios ¿Estoy preparado para ello? Los mártires son condenados injustamente ¿He actuado así? El hombre de fe, sabe que la vida eterna pasa por la entrega total de su vida ¿Estoy dispuesto a dar mi vida por Cristo? Conocer la vida de mártir ennoblece ¿He reflexionado la vida de los mártires mexicanos?

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