REFLEXIÓN DEL XXXI DOMINGO ORDINARIO


HOY HA LLEGADO LA SALVACIÓN A ESTA CASA
Sab 11,22-12,2; Sal 144; 2 Tes 1,11-2,2; Lc 19,1-10
XXXI domingo del tiempo ordinario, ciclo c
30 de octubre de 2016

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

El evangelio de san Lucas es un texto bellísimo porque su mensaje es muy atractivo. En su itinerario hacia Jerusalén se van desarrollando infinidad de mensajes de parte de Jesús. El evangelista los retoma y les da un toque especial; además hace de ellos sus temas de predilección con un enorme significado teológico, entre los que encontramos: el perdón, los pobres, la oración, la alegría, la misericordia, la salvación, etc.

La salvación en san Lucas.

La palabra Jesús significa salvador; precisamente san Lucas presenta a Jesús como enviado del Padre “para buscar y salvar lo que estaba perdido” (ver Lc 19,10) por lo mismo es comprensible que sea un Dios compasivo, defensor de los pobres, amigo de publicanos y pecadores.

La salvación es ofrecida para todos, sin embargo hay en Jesús un amor especial por aquellos que necesitan del médico. Porque en el cielo habrá más alegría por un pecador que se arrepiente que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse.

La salvación es ofrecida hoy.

San Lucas insiste en el “hoy de la salvación”. Así por ejemplo: “Hoy ha nacido en la ciudad de David un salvador” (ver Lc 2,11); “hoy estarás conmigo en el paraíso” (ver Lc 19,10).

Jesús le dijo a Zaqueo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”. No hay que esperar más, la salvación está ofrecida y el tiempo es el momento oportuno para recibir a Jesús porque el viene a: sanar lo que está enfermo, liberar del pecado, salvar lo que está perdido, resucitar lo que está muerto, etc.

Hoy se cumple para él la Escritura que promete “la Buena Nueva a los pobres, liberación a los cautivos, vista a los ciegos, libertad a los oprimidos y un año de gracia en el Señor” (ver Lc 4, 18-19). Hoy se encuentra con el salvador aquel que estaba perdido. Este publicano llamado Zaqueo (=Zacarías: Dios se ha acordado), ahora se cumple en él lo que su nombre significa. Dios se acuerda de él y se compadece.

La alegría de la salvación.

El evangelio de Lucas es también el evangelio de la alegría. Él invita a recibir a Jesús con gozo y hemos de ir a su encuentro sin preocupación, sin miedo, sino con confianza y alegría. Jesús habla de la alegría que hay en el cielo cuando un pecador se arrepiente (ver Lc 15, 7.10.32). Esta realidad se hace patente en Zaqueo.

El origen de la alegría es la gran noticia de la salvación que Dios ofrece en la persona de Jesús. Por tanto, Jesús es buena noticia, es algo nuevo, bueno, en Él se puede ver, tocar, sentir, experimentar y vivir la salvación. Esto indudablemente que trae un inmenso gozo y agradecimiento hacia Dios. 

La salvación fruto de la misericordia.

La salvación que Jesús ofrece es fruto de la misericordia, pues Él nos revela la bondad, ternura, el perdón y la gracia de Dios.

Todo su accionar salvador de Jesús es misericordia y ésta tiene diversas expresiones como son: las curaciones, la compasión, el perdón que le ofrece a los pecadores, etc. precisamente es Zaqueo uno de los afortunados de esta misericordia expresada por medio del perdón.

La conversión fruto del encuentro con el salvador.

Una característica común de los encuentros de Jesús con hombres y mujeres es la conversión. El encuentro con el salvador tiene una fuerza transformadora y la persona ya no es la misma. Algunos pensamos que Jesús e inclusive la Iglesia es cómplice con los pecadores. Al contrario quien se ha encontrado con Jesús no es el mismo y su manera de ser, pensar y actuar sufre un cambio y éste entra en un proceso consciente de conversión, comunión y solidaridad.

Así Zaqueo cuando se encuentra con Jesús es consciente de las injusticias que ha realizado y expresa que va a devolver con creces (cuatro veces más) a quien ha defraudado y además expresa una actitud de desprendimiento de sus bienes para con los más necesitados.

La Iglesia sacramento de salvación.

La Iglesia es el lugar donde la humanidad se puede encontrar con Jesús y con el Padre (ver Jn 14, 6.9). Ella es depositaria de la salvación que Jesús nos otorga, aunque no es la única, pero si la más importante. En la Iglesia todos descubrimos el amor, la misericordia y la salvación que Dios nos trae.

El encuentro con Jesucristo en la Iglesia para obtener la salvación se da en: La Sagrada Escritura, en la oración, con el sacerdote, en la comunidad reunida, los sacramentos (son signos eficaces de la gracia y medios de la salvación), de manera peculiar en las especies eucarísticas y en el rostro y lágrimas de los más necesitados.

Nos cuestionamos:

¿Me he dejado encontrar por Jesús o hago que me le escondo para que no descubra mi interioridad? Jesús ha venido a buscar lo que está perdido ¿Me considero uno de ellos o pienso que los que están mal son otros? ¿En que lo noto y por qué? ¿Ir a la casa de Dios y encontrarme con Él es motivo de gozo o es para mí una carga, una rutina, costumbre, un simple rito? ¿Por qué? ¿Si Dios me llamara hoy estoy preparando para que él me otorgue su salvación? Quien se ha encontrado con Jesús tiene que manifestar signos de conversión ¿Yo les estoy dando? ¿En qué lo descubro?

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