REFLEXIÓN DEL DOMINGO XXXI ORDINARIO


LA MISERICORDIA DE JESÚS EN ZAQUEO
Sab 11,22-12,2; Sal 144; 2 Tes 1,11-2,2; Lc 19,1-10
XXXI domingo del tiempo ordinario, ciclo c
30 de octubre de 2016

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

San Lucas es quien más nos introduce en las entrañas de Dios, es decir nos muestra su misericordia. Ésta es la vía para poder tener acceso a la intimidad de la divinidad. Todos tienen esa oportunidad, pero principalmente los que llevan una vida de penumbras, miserias, dolencias, preocupaciones, pecados, son los que la comprenden y se adentran a este misterio.

En ocasiones buscamos encontrar alivio en personas, cosas, lugares, etc., a veces equivocadas; cuando Cristo mismo nos dice: “Vengan a mi los que están agobiados y fatigados por la carga y yo los aliviaré, porque mi yugo es suave y mi carga es ligera”. Al escuchar estas palabras, ellas mismas son en sí un gran alivio; pero experimentar o vivir la misericordia de Dios es un enorme consuelo y fortaleza.

Precisamente son los pecadores quienes han entendido, saboreado y deleitado de la misericordia de Dios, y, por consiguiente son ellos los que lo buscan, están cerca de Él y lo siguen.

El poder es diverso a la misericordia.
El poder popularmente está relacionado con aquellas personas que tienen dominio, autoridad, que tienen dinero, influencias o con alguien cuando porta un arma. El hombre por ser tal y como cultura también se la ha adjudicado un poder.

En cambio la misericordia porpularmente está relacionada con el sexo débil, con las personas desarmadas pero también se le relaciona con la compasión, entendida esta como “lástima”.

Normalmente quien tiene poder aquí en la tierra es intraexigente, superdéspota, hiperaltanero, porque deja ver lo que es y lo que ha hecho de él un cierto poder terrenal. Actúa así porque tiene poco poder y poca autoridad, aunque esto no lo ha comprendido por eso actúa así; porque si tuviera realmente un enorme poder, entonces actuaría de otra manera.

La Sagrada escritura nos dice: “quien se enaltece será humillado y quien se humilla será enaltecido”. Así es Dios. Es grande porque es humilde, es bondadoso, es misericordioso. Dios no reclama nada, no grita, no es egoísta, no es altanero, más bien actúa siempre con compasión, ternura, docilidad, sabe siempre entender y comprender al que está necesitado de Él, porque Él mismo se vio envuelto en debilidades y porque su esencia es el amor y la misericordia.

Un poder mal empleado se ve en la multitud que condena a Zaqueo por ser éste recaudador de impuestos y ésta tiene un cierto poder, pero limitado y por eso actúa condenando; mientras que Jesús ha entrado en él por medio de una mirada, pues ésta es el reflejo de su interioridad. Lo que ve Jesús es una gran inquietud y un enorme vacío que está padeciendo Zaqueo. La mirada fue la debilidad de Zaqueo para darse a conocer; pero a la vez es la puerta de entrada de Jesús para invadir a Zaqueo de la misericordia divina.


Una ley con misericordia (hospedarse y tocar a los impuros).

En el pasaje bíblico de la misión de los doce Jesús les recomienda: “En la ciudad en que entréis, informaos de quién hay en él digno y quedaos allí hasta que salgáis” (Mt 10,11). Sin embargo, parece ser que Jesús mismo no recuerda esto porque Él toma la iniciativa y dice: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”.

Éste es bien conocido en Jericó y por eso murmuran contra Él diciendo: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. Precisamente porque la ley de Moisés prohíbe entrar en casas, hospedarse, comer, tocar cosas y personas impuras (ver Lev 14,46s); pero si el sacerdote comprueba que la impureza se ha revocado entonces declarará que tal lugar está ya limpio (Ver Lev 14,48).

La ley dictamina tales prohibiciones porque convivir con un pecador, hospedarse, tocarlo, comer, etc. hace que la persona se contamine. Ciertamente una enfermedad puede contagiar porque tiene ese poder de transmitirse. Lo entendemos bien con los refranes: “una manzana podrida, echa a perder a las demás” o “dime con quién andas y te diré quién eres”.

Sin embargo, esto no es aplicable a Jesús porque Él nos trae otra noticia, la Buena Nueva de la misericordia; ya que Él habla de lo que ha visto en el Padre.

Jesús siendo sano, limpio, puro, no se contagia al tocar a un leproso (ver Lc 5,12-16), porque en el momento exacto de estarlo tocando es ahí cuando queda sano y no trasgrede la ley. Más bien, Jesús nos contagia con su misericordia.

Jesús al entrar en la casa de Zaqueo no actúa como ha estado viviendo Zaqueo, no adopta los modales de este publicano; más bien la gracia de la misericordia hace que un mal se transforme en un bien. Cristo hace que Zaqueo aprenda el actuar de Dios, de ahí que éste le afirme: “Mira, Señor voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”.

Por tanto, lo que si debe ser contagioso es: salvar una vida, perdonar, amar, ser misericordioso, etc.

Nos cuestionamos:

La mirada es la ventana del alma. ¿Condeno a alguien con mi mirar? ¿Por qué actuó así? Los pecadores son los que más han deleitado la misericordia de Dios y son ellos los que lo siguen ¿Soy uno de ellos? Al entrar Jesús en la casa de Zaqueo éste ya no fue el mismo sino que va actuar misericordiosamente. ¿He dejado entrar a Jesús en mi vida? ¿Me he dejado transformar por Él? Él siempre es misericordioso con todos ¿Soy misericordioso como Él?

Comentarios

Entradas más populares de este blog

SERVICIOS PARROQUIALES

AGRADECIMIENTO A LAS RELIGIOSAS MISIONERAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS DE XALAPA

REFLEXIÓN DEL XIII DOMINGO ORDINARIO