REFLEXIÓN DEL XIV DOMINGO ORDINARIO


EXIGENCIAS DE LA MISIÓN
IS 66, 10-14; 65; Gál 6,14-18; Lc 10,1-12.17-20
XIV domingo del tiempo ordinario, ciclo c
3 de julio de 2016


Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador del seminario

Diócesis de Tuxpan

Introducción

Hace ocho días reflexionábamos del seguimiento hacia Jesús; afirmábamos que emprender este viaje detrás del Maestro, que es Jesús, es necesario dejar todo. Dicho seguimiento pasa por el camino de la cruz, pero Dios nunca nos dejará solos y más aún nos dará mucho más de los que hemos dejado por causa de Él y del Reino.

Seguir a Jesús conlleva una misión y ésta tiene unas exigencias. El evangelio, de este domingo, subraya algunos aspectos:

1.      Jesús llama y envía.
  • Es Jesús el que llama, no sólo a los doce, sino a otro grupo numeroso (setenta y dos, los cuales representan a todas las comunidades de ese tiempo) para que se asocie al proyecto evangelizador y a la búsqueda del Reino.
  • Ser enviado indica, salir de sí mismo, pensar en los demás, servir a la humanidad y anunciar la Buena Nueva del Reino.
  • El que nos envía nos da todo lo necesario para cumplir con la misión. No nos manda a la guerra sin fusil. Él ha dicho que nos ha dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño.
  • El que nos envía nos ha dicho: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”.


2.      Los enviados y el mensaje.
  • Los que son llamados y enviados, no van en nombre propio, sino van en nombre de Jesús, por tanto, el enviado es menor que el que envía.
  • Los enviados deben de representar al que los envía, en este caso, representar a Jesús, por lo mismo es una exigencia, estar a la altura de Él. Es obvio, que nunca estaremos a su nivel, sin embargo, humanamente hablando debemos de dejar todo, para anunciar su mensaje y la gracia divina siempre nos acompañará.
  • Los enviados llevarán un mensaje, en nombre de Jesús. En este caso:

* “Que la paz reine en esta casa”.
*Si no los reciben, salgan y anuncien que de todos modos el Reino ya está cerca.

3.      Exigencias para el enviado.
  • Rueguen al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos.
  • Pónganse en camino.
  • Los envío como corderos en medio de lobos.
  • No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie.
  • Quédense en una casa y no andar de casa en casa.
  • Coman y beban de lo que les den.
  • El trabajador tiene derecho a su salario.
  • Curen a los enfermos y digan que ya está cerca el Reino de Dios.
  • “No se alegren, de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo”.

Aspectos prácticos:

Pareciera ser que la misión es algo imposible, sin embargo no es así, más bien es algo difícil, pero nunca imposible. Ser enviado de Dios es una gran dicha o bendición, es una gran responsabilidad e implica muchas exigencias y éstas son entendibles porque si uno quiere y desea algo se logra a través de las elementos humanos y la gracia divina.

He visto a muchos jóvenes el anhelo de ser artistas, deportistas, etc. Y se han sometido a una serie de exigencias que la profesión exige, por ejemplo: Un futbolista profesional:
  • Tiene que dejar a su familia, amistades y diversiones.
  • Someterse a una disciplina de: cuidado alimenticio, no desvelarse, no ingerir bebidas alcohólicas, ni tabaco, ni droga, abstinencia sexual, cuidado de la salud.
  • Disciplina deportiva: ejercicio físico constante, prácticas de estrategias deportivas, valoración del tiempo (puntualidad, responsabilidad…), cuidado de su imagen, etc.

Si un deportista o un artista se someten a estas exigencias que son muy válidas y llevan a un triunfo o varios triunfos. ¿Acaso ser enviado de Dios no es una bendición y exige más que esto?.

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