REFLEXIÓN DEL I DOMINGO DE CUARESMA
VENCER EL MAL,
GUÍADOS POR EL ESPÍRITU
Gén 2,7-9; 3,1-7;
Sal 50; Rom 5,12-19; Mt 4, 1-11
I Domingo de
cuaresma, ciclo A
5 de marzo de 2017
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
1.
La
cuaresma itinerario de preparación hacia la pascua.
Hemos iniciado la
cuaresma con gran esperanza dispuestos a prepararnos con intensidad para
celebrar dignamente la pascua. El día miércoles de ceniza la Palabra de Dios
nos exhortaba a vivir este tiempo cuaresmal por medio del ayuno, oración y
limosna (obras de caridad). Estas obras de piedad no son cosas impuestas o
anticuadas sino verdaderas acciones que nos preparan para celebrar, anunciar y
vivir con gran fe la pascua.
Cuarenta días es el
tiempo necesario para dicha preparación. En la vida ordinaria preparamos
eventos sociales o religiosos (cumpleaños, vacaciones, paseos, bodas, bautizos,
XV años, etc.) con mucho más tiempo de anticipación y aún vemos que hace falta
tiempo (puesto que la quinceañera llega corriendo); con mayor razón debemos
prepararnos para la celebración que es Madre de todas las celebraciones.
La resurrección de
Jesucristo es el centro de nuestra fe y amerita una preparación en todos sentidos.
Nos cuestionamos: ¿Estoy
dispuesto a prepararme durante esta cuaresma? ¿Qué parte de mi vida requiere
mayor preparación: en lo humano, litúrgico, espiritual, psicológico, familiar,
laboral?
2.
Jesús
fue conducido por el Espíritu al desierto.
En el lenguaje normal el desierto es el lugar
inhóspito, peligroso para vivir, hay poca agua y sin alimentos, está poblado de
fieras, desolado, con mucha precariedad, con mucha austeridad, es lugar de
sacrificios, etc.
Aquí no solo se subraya
el aspecto físico-geográfico sino que el desierto es un lugar teológico, es
decir la experiencia fundante de Israel que se da en el desierto y éste es el
paso de su liberación y camino hacia la tierra prometida. Precisamente el desierto
es la experiencia activa de la presencia de Dios y de su manifestación amorosa.
Así que, el desierto es
el lugar privilegiado para el encuentro con Dios, su revelación y auxilio (envía
el maná). Jesús antes de comenzar su vida pública es conducido por el Espíritu
al desierto para tener ese encuentro privilegiado con el Padre.
El desierto es un momento
para la austeridad, sacrificio, ayuno y silencio. Así es la vida de Jesús y eso
es la cuaresma. Por tanto, es necesario dejarse conducir por el Espíritu
durante estos cuarenta días y llegar plenamente llenos de Dios para vivir la
pascua.
La Iglesia en su sabia
experiencia propone la oración, ayuno y la caridad para vencer toda tentación.
Sólo guiados por el Espíritu de Dios estas obras de piedad son auténticas luces
que contribuyen al fortalecimiento de la fe y decir “NO” a todo mal que me
separa del amor de Dios.
Nos cuestionamos: ¿Quién
conduce mi vida? ¿Me dejo guiar por los buenos consejos de mis padres, maestros,
amigos? ¿Me dejo iluminar por la Palabra de Dios? ¿El Espíritu de Dios conduce
mi vida?
3.
¿Qué
es la tentación?
- El punto de partida para entender la tentación, se ubica en que el ser humano (ser deficiente) está llamado a una perfección. La tentación es un obstáculo a esa tendencia. El pecado como situación negativa se presenta o se introduce como tentación. Ésta es la posibilidad de alejarse de la voluntad de Dios y sumergirse a los deseos del mal. Por tanto, la tentación es una invitación al pecado.
- El responsable de la tentación es Satanás o el Diablo, pero cada persona al darle oportunidad al mal a que habita en cada individuo. El mal es tan astuto que tuvo la osadía de atreverse a tentar a Cristo, además se da a conocer como el príncipe de este mundo.
- Él es representante de todos los falsos ideales que dominan a la sociedad.
- Se viste de ángel de luz (cf. 2 Cor 11,14) y bajo las falsas apariencias de amigo incita a hombre para que se oponga a Dios.
- Sus tentaciones van asociadas a la separación de Dios, al dominio del mundo (cf. Mt 4,88ss).
- Tiene poder de manipular cada mente humana (cf. Mt 4,3).
- Tienta al hombre para que se niegue a reconocer y aceptar la verdad de su propia realidad y de la realidad en general.
San Ignacio de Loyola
afirma que Satanás es “el enemigo del género humano” porque el hecho de que él
esté abandonado a sí mismo indica que su fin es alejar al hombre de la comunión
con Dios, induciéndolo a buscar una existencia falsamente.
El texto del evangelio
señala tres tentaciones que afronta Jesús. Cuantitativamente no podría ser
tres, sino un número que sintetiza todas las que tuvo en su vida. Y en ellas se
induce que el ser humano también tiene infinidad de tentaciones.
Nos cuestionamos: ¿Qué
tentaciones tengo? ¿Cuáles son las más frecuentes? ¿Busco los medios para salir
de ahí?
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