REFLEXIÓN DEL CUARTO DOMINGO DE CUARESMA


¿QUIÉN ES MÁS CIEGO?
1 Sam 16, 1.6-7.10-13; Sal 22; Ef 5, 8-14; Jn 9, 1-41
IV domingo de cuaresma, ciclo A
26 de marzo de 2017

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

Hay de cegueras a cegueras. El texto del evangelio inicialmente muestra la ceguera física de un hombre, que está así desde su nacimiento, pero paulatinamente o pedagógicamente las escenas van llevando a una ceguera más profunda.

1.      Ceguera física.

En el ambiente judío se tiene conocimiento que si alguien padece una desgracia, es fruto de una maldición, esta tiene su raíz en el pecado, es decir el hombre que padece tal enfermedad es un pecador y por tal razón, Dios no está en Él.

De ahí que los discípulos le preguntan a Jesús: “Maestro, ¿quién pecó para que este naciera ciego, él o sus padres? La respuesta de Jesús es contundente: “Ni el pecó, ni tampoco sus padres. Nació así para que en él se manifestaran las obras de Dios…”

El evangelio describe que Jesús hizo lodo, se lo puso en los ojos al ciego y le dijo: “Ve a lavarte en la piscina de Siloé”. Él fue, se lavó y volvió sano…”.

2.      Cegueras…incurables.

Dice el refrán: “No hay más ciego que el que no quiere ver”. Esta ceguera se puede atribuir a: la ignorancia, no meterse en problemas (conveniencia), por apariencia y salvar su prestigio, etc. Esto es justamente lo que ocurre con varios personajes en esta narración del ciego de nacimiento. 
  •       Los vecinos (no distinguen bien a la persona).

En muchas ocasiones habían visto al ciego pedir limosna y se preguntaban si él era el que pedía limosna. Algunos decían que sí, otros que se le parecía. Pero él afirma que es exactamente el mismo que pedía limosna.
  •      Los fariseos (ciegos por… un legalismo, obstinación, necedad, soberbia, ira…).

Es evidente que el ciego de nacimiento se le ha devuelto la vista después de haberse lavado en la piscina de Siloé. Algunos vecinos que lo conocían dan crédito de este hecho, porque la persona era un ciego pordiosero, Sin embargo, los fariseos indagan sobre tal acontecimiento le preguntan a unos y a otros y también a los padres del ciego.

Cuando los intereses personales están de por medio se cierra los ojos a la luz que es la verdad. El orgullo, obstinación, necedad y otros factores llegan al pensamiento y el corazón las acciones se convierten en eso mismo. Por tanto, la soberbia es una ceguera incurable y sólo los limpios pueden ver a Dios.
  • ·         Los padres del ciego (ciegos por miedo).

Los fariseos, como autoridades se han negado a creer en lo que sus ojos ven. El milagro del ciego es evidente. Para corroborar su obstinación mandan a llamar a los padres del ciego. Éstos afirman categóricamente que esa persona es su hijo, que era ciego y ahora ve. ¿Cómo es que ahora ve? Se niegan a decir quién fue el que lo sanó por miedo a ellos ya que tenían estipulado que todo aquel que reconociera a Jesús como el Mesías, sería expulsado de la sinagoga. Por tal razón es mejor interroguen a su hijo, pues ya tiene edad suficiente para dar razón de sí mismo. De esta manera se lavan las manos.

3.      Tipos de ceguera actual.

·         Ceguera de no reconocer a Dios. La sociedad actual cada vez más ha incrementado su rechazo hacia Dios, son ateos, no se cree en Dios y por tal razón, incapaces de ver el mundo con la óptica divina.

·         Ceguera legal. Toda ley es necesaria para la sana convivencia. Los fariseos apegados a que nada se puede hacer en sábado desacreditan a Jesús como el profeta, el Mesías y lo que Él ha hecho por el ciego de nacimiento. Este no es reconocido como alguien es sanado por Dios. En la Iglesia y en la sociedad se incurre a veces a un legalismo. Se priva de hacer un bien a la persona para dejarla peor.

·         Ceguera del laxismo. Esto es el lado opuesto del legalismo, cayendo al permisivismo y no dejarse guiar por ninguna norma. Por eso, en la sociedad se oye decir constantemente que tal persona será investigada y sancionada conforme a derecho. Pero, lo cierto es que no se investiga, no se castiga y si se castiga es un mínimo o se busca justificar a toda costa tal acción penal.

·         Ceguera de estar siempre ocupado. Vivimos corriendo, realizando infinidad de cosas, algunas más valiosas que otras. Esto provoca stress y ceguera al grado de olvidarse de sí mismo, la familia, Dios, la oración, etc.

·         Ceguera del cansancio y del servicio. Se cansa de hacer mucho y de no hacer nada. Los extremos son peligrosos. Lo cierto es que en la sociedad, la Iglesia ya no hay muchas ganas de brindar algún servicio, porque la justificante es el cansancio y es mejor que otros lo hagan.

·         Ceguera del egoísmo. Está centrado en el “Yo”. Si se brinda un servicio nadie lo hace como “Yo”, nadie lo podrá hacer y se siente irremplazable. Esto indudablemente vuelve ciegos, cerrándose en sí mismo y no abrirse al otro que es un don de Dios.

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