REFLEXIÓN DEL 4° DOMINGO DE CUARESMA


VIVAN COMO HIJOS DE LA LUZ
1 Sam 16, 1.6-7.10-13; Sal 22; Ef 5, 8-14; Jn 9, 1-41
IV domingo de cuaresma, ciclo A
26 de marzo de 2017

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

Esta reflexión está centrada en la lectura de Efesios 5, 8-14. La invitación del apóstol es vivir como hijos de la luz, porque el que ha sido iluminado por la luz se debe de convertir en luz y sobre todo dar frutos de acuerdo a esta identidad.

1.      Vivan como hijos de la Luz (saber dar uso a la vista).

San Pablo dice: en otro tiempo ustedes fueron tinieblas, pero ahora unidos al Señor, son luz.
La luz es aquello que siempre brilla, es lo claro, cristalino, no se esconde, es lo verdadero, transparente, bueno, noble, justo... Las tinieblas, son sinónimo de lo oculto, mentira, engaño, confusión, falsedad, ignorancia, etc.

2.      Hijos de la luz por el bautismo.

Por medio del sacramento del bautismo, cada discípulo del Señor ha pasado de las tinieblas a la luz y se ha convertido en “hijo de la luz”, es decir es un miembro de “Cristo luz del mundo”. Esta transformación real se debe y es fruto de la gracia que Dios infunde en sus hijos y desde ese momento es ya una nueva creatura. De tal manera que las obras de los cristianos son y deben ser fruto de esa unción que se ha recibido.

En el rito del bautismo hay varios signos que indican está transformación real. El signo de la cruz en la frente, la unción con los óleos (de catecúmenos y santo crisma), la vestidura blanca, el rito propio del bautismo y la entrega de la vela encendida. Este signo indica que estamos llamados a ser hijos de la luz. De tal manera que los papás y los padrinos se comprometen a guiar la vida del hijo y ahijado por este camino.

      a)      Frutos de la luz: bondad, justicia y verdad.

De la luz se deriva todo aquello que es justo, verdadero y bueno. Estos frutos están explícitamente mencionados en el texto Ef 5, 8-14 porque tienen una referencia inmediata con la vida comunitaria: 

El amor que lleva a realizar siempre el bien, es decir ser benevolente. El respeto al derecho del otro y la sinceridad en el obrar (palabras y acciones).

Por tanto, la conducta coherente del bautizado es un rayo de luz que no sólo opaca a las tinieblas, sino que penetra y transforma todo lo que está gris, obscuro o negro. El que es hijo de la luz debe de vivir como tal, es decir debe saber dar un buen uso a su vista. No perder su identidad de bautizado.

3.      La reconciliación paso de las tinieblas a la luz.

Sabemos que Cristo ama a su Iglesia y se entregó por Ella para santificarla. Sin embargo, sus hijos están expuestos a la tentación e incurrir en el pecado, el cual ciega y no permite ver con claridad la vida.

La gran noticia es que Cristo ha vencido al pecado y nos ha reconciliado con el Padre, devolviendo la dignidad de hijos y con ello pasar de las tinieblas a su luz admirable.

En este tiempo de cuaresma la práctica de la confesión es algo habitual. En todas las parroquias hay confesiones y los sacerdotes que componen cada decanato se unen para confesar en diferentes días e ir a cada parroquia del decanato. Las experiencias de los fieles son gratas porque Dios por su infinita misericordia les perdona sus pecados, por medio del ministro que es el sacerdote. ¡Aprovechemos esta magnífica oportunidad! Para salir de las tinieblas y volver al reino de la luz.

4.      La cuaresma salto de calidad de las tinieblas a la luz.

La cuaresma es un camino que tiene una meta: la pascua. Ésta tiene su raíz profunda en la cruz, puesto que Cristo murió y resucitó. Con su muerte da muerte al pecado y con su resurrección se nace a una vida nueva. Exactamente en la cruz está y debe estar enterrado “todo el pasado” de cada ser humano y en su resurrección está la luz y vida clara, transparente, honesta…de cada discípulo del Señor.

Por tanto, los hijos de la luz deben vivir en ella, y, sus frutos se deben de notar y no formar parte de las obras de las tinieblas. Así que, todo lo iluminado por la luz se convierte en luz.
Ejemplo de ello, fue el texto de la samaritana, ella ha tenido un pasado no tan grato. Está viviendo como hija de las tinieblas, bajo dos rubros: 1) en el sentido literal, ha tenido “varios maridos” y el que tiene actualmente no es su marido; 2) los maridos significan la idolatría de los samaritanos. El encuentro con Cristo le ha devuelto una luz y ella va a contarle a su pueblo “todo lo que Jesús ha dicho”, así el testimonio de ella y la presencia de Jesús entre ellos durante dos días, fue suficiente para que varios creyeran en Jesús.

El pasado de cada discípulo está en la misericordia de Dios y si dudamos de ello, basta con observar el corazón de Jesús y su costado porque de ahí brotó sangre y agua y, si el maligno quiere mirar mi archivo (pasado) que se asome en la cruz de Jesús si puede y quiere. Si confesamos el pasado (tinieblas) el reino del mal está siendo vencido y toda la vida es de Jesús. El pasado está en la misericordia de Dios, el presente en su gracia y el futuro en su providencia.

Nos cuestionamos: ¿Ya estoy bautizado? ¿Sé que soy hijo de la luz, por medio de este sacramento? ¿Vivo como tal? ¿Cuáles son los frutos que me distinguen como hijo de la luz? ¿Acudo al sacramento de la reconciliación para dejar atrás las obras de las tinieblas? ¿Con que frecuencia lo hago? ¿Por qué no me confieso? ¿En esta cuaresma he dado un salto de calidad en mi vida cristiana?

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