REFLEXIÓN EPIFANÍA DEL SEÑOR
LA ESTRELLA
COMENZÓ A GUIARLOS
Is 60, 1-6; Sal
71; Ef 3, 2-3.5-6; Mt 2, 1-12
Tiempo de Navidad,
ciclo A
8 de enero de 2017
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
Los magos venidos de
oriente han llegado a Jerusalén con la firme intención de adorar al Niño Dios,
al Rey que ha nacido. Estos personajes han sido guiados por el esplendor de una
estrella, la cual se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.
Al ver de nuevo la
estrella, se llenaron de inmensa alegría; entraron en la casa y vieron al Niño
con María su madre, y postrándose, lo adoraron.
Una
estrella comenzó a guiarlos.
Los magos salen de su
tierra y en medio de la obscuridad de la noche, encuentran señales de Dios, que
van guiando su vida. Este es el caso de una estrella. La obscuridad encuentra
el esplendor de una luz.
El caminar de todo
discípulo es el caminar de los Magos de oriente. Dios va dejando en el cosmos
señales que hay que visualizar, y dejarse guiar. Cada señal es un regalo de
Dios, pero es una noble tarea.
Regalo porque Dios nos va
mostrando su voluntad, su amor. Nos dice quién es Él. Son tarea porque todo
implica meditación nuestra: ¿Qué me quiere decir Dios? ¿Qué me pide? Así, los
acontecimientos no son el resultado de un destino final, que provenga de la
política, ciencia, economía, etc. para el discípulo los acontecimientos son
como una melodía, que hay que saber escuchar, cada hecho es como una palabra
que hay que unir con otra para formar una frase y cada frase hará completa la
canción, pero poderla descifrar hay que estar bien atentos con todo nuestro
ser:
·
Ojos, para visualizar bien.
- Oídos, para escuchar la voz de Dios.
- Memoria, para guardar los hechos tal cual.
- Inteligencia, para descifrar el bien del mal y obrar correctamente.
- Voluntad, para ponernos en camino.
- Conciencia, para hacer lo que Dios pide.
- Corazón, para amar a Dios en todo momento.
Así
que nada está aislado. Todas las señales nos ayudan a recorrer el camino. Todo
es un conjunto que pide dejarse guiar para encontrase con Dios y adorarle.
Los
santos se dejaron guiar por una luz.
Hay que estar atentos a
todos los designios de Dios, porque cada señal es de acuerdo a cada época y a
cada persona. Dios se adapta a los tiempos para llevarnos con Él. Así, por
ejemplo:
- San Esteban se dejó guiar hasta entregar su vida.
- Santo Tomas se dejó guiar por la luz de la sabiduría que Dios le compartió.
- San Martín de Porres, se dejó guiar desde el servicio humilde de cuidar enfermos.
- San Francisco de Asís se dejó guiar viviendo en la pobreza.
- Santa Teresa de Calcuta se dejó guiar en la entrega del cuidado de los enfermos.
El camino tiene una meta,
el caminar de los discípulos es Jesús y al llegar hasta Él le sigue una actitud.
No podemos quedarnos sólo en llegar hasta Él, sino que se le debe rendir el
culto máximo que merece y este es la adoración.
Así que el ser humano existe
para el encuentro con Jesús, admirarlo, contemplarlo, adorarlo y extasiarse con
Él y ante Él. El asombro impide que haya ocupación y preocupación, porque la
principal tarea es adorarlo.
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