REFLEXIÓN DEL DOMINGO XXIV ORDINARIO
BUSCAR LO QUE SE
HA PERDIDO
Éx 32, 7-11.13-14;
Sal 50; 1 Tim 1, 12-17; Lc 15, 1-32
XXIV domingo
ordinario, ciclo c
11 de septiembre de 2016
1.
Buscar
lo que se ha perdido.
Las tres parábolas de
diversa manera narran el interés de ir en la búsqueda de lo que se ha perdido.
El pastor deja las noventa y nueve en redil y va en busca de la oveja perdida.
¿Será que esta oveja es de mayor calidad que las otras? ¿El pastor le tiene un
cariño especial a ella? ¿Las quiere a todas por igual?
La mujer que ha perdido
una de las diez monedas de plata, enciende una lámpara, barre la casa, hace
todo lo necesario hasta encontrarla.
El Padre que ha perdido a
su hijo menor. Éste pidió la herencia, derrochó todo viviendo de manera
disoluta, padeció hambre y empezó a padecer necesidad. Recapacitó, se levantó y
se puso en camino.
El Padre lo vio y se
enterneció profundamente, corrió hacia él, le echó los brazos al cuello, lo
cubrió de besos. El hijo exclamó que ha pecado y que no merece ser tratado como
hijo. El padre ordenó que lo vistieran con la túnica más elegante, lo calzarán
y le pusieran un anillo. Mandó a matar el becerro gordo e hizo fiesta.
¿Qué vale más para
nosotros un animal, el dinero o una persona? ¿Qué hacemos para buscar lo que se
me ha perdido?
2.
Iglesia
de salida.
Es evidente ante algo que
se ha perdido (animal, moneda o una persona), no podemos permanecer
indiferentes. La actitud es salir en búsqueda de lo que se ha perdido; por
supuesto que la Iglesia tiene que tomar esta actitud a ejemplo de Jesús y del
Padre que nos espera con alegría.
Papa Francisco ha
insistido que la Iglesia tiene que ser una Iglesia de salida por lo siguiente:
·
Salida:
Esta
actitud implica dinamismo a ejemplo de Abraham en búsqueda de una tierra nueva
(ver Gn 12,1-3). A Ejemplo de Jeremías “a donde quiera que te envíe irás” (Jer
1,7). Salir es ir a otros escenarios que desafían la evangelización y discernir
cuál es el camino que indica el Señor. Salir no implica caminar sin rumbo o sin
sentido, es dejar de lado la ansiedad, es mirar, escuchar, acoger al que se
quedó en el camino y abrir las puertas, para que cuando alguien regrese entre
sin dificultad.
·
Misión:
obedece
al mandato de Jesús que dice: “Id y haced que todos los pueblos sean mis
discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo, enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mt 28, 19-20). La
misión es la que le da identidad, sentido o es la naturaleza misma de la
Iglesia. Ésta consiste en llevar la Buena Noticia a los demás y la Buena
noticia es: que Jesús padeció, murió y resucitó por cada uno de nosotros. La
Iglesia tiene que anunciar el evangelio a todos, en todos los lugares, en todas
las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. Porque la alegría es para
todos.
·
Comunión:
La
Iglesia es comunión porque hunde sus raíces en la Trinidad. La intimidad de Jesús con la Iglesia es como la vid y los
sarmientos. Porque la Iglesia es una comunidad de fe, esperanza y caridad.
Estas virtudes nos intimidan con Jesús y que se deben de expresar en la misión
como signo externo de la unidad viva.
·
Conversión
pastoral: La Iglesia debe de profundizar en la conciencia de sí
misma, debe meditar sobre el misterio que se le ha confiado y de su obrar. Debe
ver la imagen de Iglesia que Jesús dejó con la imagen actual de Iglesia que se
proyecta. De aquí brota el anhelo de renovación frente al espejo de modelo que
Cristo nos dejó de sí mismo. Cristo llama a la Iglesia a una reforma perenne,
ya que hay estructuras, métodos y personas que frenan el dinamismo evangelizador.
Las buenas estructuras animan, sostienen, etc. pero sin vida nueva en poco
tiempo se corrompen.
o
La parroquia no es una estructura caduca,
debe de tomar formas de docilidad y creatividad misionera. Debe de estar en
contacto con los hogares y con la vida del pueblo. La parroquia es ámbito de
escucha de la palabra, de crecimiento de vida cristiana, de diálogo, anuncio,
caridad generosa, de celebración. Es comunidad de comunidades, santuario donde
los sedientos van a beber para seguir caminando y centro constante de envío.
Para que den frutos deben de estar cerca de la gente, ámbito de viva comunión y
participación.
Nos
cuestionamos:
La Iglesia es consciente
de que Jesús es el primero en salir
y mostrar se amor a los que se han perdido. ¿Ella sigue esta misma actitud? ¿La
Iglesia se involucra en la vida
cotidiana de los demás achicando distancias y se abaja hasta tocar la carne
sufriente del hermano? ¿La Iglesia acompaña
a la humanidad en todos los procesos por más duros y prolongados que sean?
¿La Iglesia en sus planes de pastoral contempla la misión como un eje transversal en la fe? ¿La Iglesia en sus
programas busca la comunión y participación? ¿La Iglesia tiene a
actitud de una conversión permanente
en sus métodos, expresiones y ardor para evangelizar?
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