REFLEXIÓN DE XXIII DOMINGO ORDINARIO
SER SABIO PARA
SEGUIRLO
Sab 9,13-19; Sal
89; Fil 9-10.12-17; Lc 14,25-33
XXIII domingo
ordinario, ciclo c
4 de septiembre de
2016
1.
Ser
sabio para conocer a Dios.
Es claro que el hombre es
un ser mortal. Como tal tiene defectos y virtudes; éstas no son obras de sus
méritos sino gracia y benevolencia divina. Por muy virtuoso que sea el hombre
no puede conocer la totalidad de las cosas, sus razonamientos son limitados,
pues no deja de ser criatura; el único conocedor de todo es Dios que es
creador.
Sólo Dios le puede
conceder la gracia de la sabiduría para que pueda descubrir cosas insondables,
grandes designios. Para adquirirla se necesita pedirle a Dios con mucha humildad
(reflexión del domingo pasado). La sabiduría permite que el hombre pueda
enmendar su vida, conocer a Dios, descubrir sus designios, saber lo que es
grato y seguirlo para salvarse (ver Sab 9,13-19).
2.
Sabiduría
para conocer sus designios.
El mensaje, sus criterios
y el obrar de Jesús muchas veces no son nada alentadores, no es nada bonito o
agradable, es todo lo contrario su propuesta es tan radical que exige: renuncias,
nos traerá problemas y exige cargar con una cruz para ser sus discípulos.
¿Por qué habla así? Es
honesto, sincero, nos dice la verdad. Nadie puede decir que nos ha engañado,
que todo lo que Él nos dijo es mentira. Además presenta la realidad de las
cosas su mensaje es como amargo, porque nos habla del constante combate
espiritual que cada quien tiene que enfrentar y con el cual hay que ir bien
armado, pero sobre todo nunca hay que olvidar que Él ya pasó por ahí y está con
nosotros en todo momento.
3.
Ser
sabio para seguirlo.
Para seguir a Jesús, Él tiene
que estar por encima de todo, porque Él es Dios y primero está Dios y después
las demás cosas. Él está por encima de un papá, una madre, un hijo, un país, una
norma, etc.
a)
Jesús
no trae un mensaje de resignación. Algunos pensamos que
seguir a Jesús es algo tonto, porque no nos permite disfrutar de lo que «aquí
se nos presenta» y si lo seguimos es por resignación porque no hay de otra.
Otros piensan que la fe cristiana está en contradicción con todo lo temporal y
por tanto lo único que trae su mensaje son: prohibiciones y restricciones.
b)
Negarse
a sí mismo, es saber decir no y optar por lo mejor. Negarse es
poner en segundo plano las cosas válidas y no tan válidas para optar por una de
más valor. Para eso hay que saber decir «no» a algunas cosas o personas; éste «no»
no se refiere a alguien que es incapaz o está limitado, sino más bien a alguien
que es dueño de sí mismo y como tal es capaz de renunciar a todo.
c)
Capaz
de aceptar y pasar por todos los riesgos. Amar a Jesús es tomar
consigo mismo la máxima renuncia para alcanzar la máxima altura. Indudablemente
que esto no es nada fácil, implica pasar por los más altos riesgos y sobre todo
ver de qué estamos hechos (construir una torre), estar vigilantes, atentos y
salir al combate contra el enemigo.
d)
Disponibilidad
de perder todo. Si Él ha dado todo por nosotros, se ha
donado totalmente, por eso mismo exige todo de nosotros. No podemos darle lo
sobrante, tampoco cosas a medias, sino que pide la donación total. Él ya nos ha
dicho: “El que pierda su vida por mí y el evangelio, ese la encontrará”.
Dios
no es injusto con nosotros; si nos pide todo, es porque nos ha dado todo y
puedes dar todo. No te quedes a medio camino, tienes la suficiente capacidad
para perder todo, debes de levantarte y pedirle al Él sabiduría para alcanzar
la verdadera meta por la que fuiste creado. Al perder todo, ganas al que es
TODO.
e)
Cristo
mismo es la sabiduría del Padre. Sólo quien está
verdaderamente dispuesto a seguirlo es sabio y opta por la más grande
sabiduría, que es el mismo Jesús y Él mismo nos dará la grandeza de conocer los
designios de Dios que son enormemente sabios.
4.
Ser
sabio para dar la vida por Él.
La sabiduría que Dios da,
es la que proviene de la cruz. La vida nuestra vale y vale mucho, por tanto el
verdadero valor en ella es tomar la decisión drástica o radical de seguir a
Jesús de manera tal como el evangelio lo pide.
La propuesta es dejar
todo, tomar la cruz y seguirlo para adquirir el Reino, esto pasa por cosas
hasta el extremo, no se trata de ninguna imposición si no de voluntad, libertad
y plena sabiduría. La cruz es salvación y gracia, ella es algo paradójico
porque nos muestra la debilidad de Jesús expresada en amor, que esconde un
poder divino, visible para los sabios, oculta para los entendidos, insensatos,
necedad y escándalo para otros (ver 1 Cor 1,18-23). Mientras muchos sólo ven
que la cruz es fracaso, dolor, derrota, piedra de tropiezo, trampa…sin embargo
es ahí donde se encuentra la más alta grandeza, está la gracia y salvación a
través de una debilidad que es el amor ilimitado de Dios. Es la sabiduría porque
manifiesta en realidad quién es Dios y que nos invita a participar de ello.
Aspectos
prácticos.
- Hay que pedirle a Dios que nos conceda sabiduría para conocerlo, amarlo y seguirlo con todo las implicaciones que esto significa y trae consigo mismo.
- Dios sigue llamando a muchos a una vocación específica como: ser sacerdote, religioso (a), misionero (a), al matrimonio; pero es muy triste saber que los seminarios y conventos cada vez están vacíos y que muy pocos se casan por la Iglesia y los que lo hacen duran muy poco en la vida que eligieron.
- Hoy queremos un cristianismo hecho a nuestra imagen y semejanza, queremos un cristianismo a medias, aquel que se acomoda a mis caprichos, intereses, a mis normas, etc. Por ejemplo: Matrimonio igualitario. Basta con revisar el cuarto informe de gobierno.
- Todos tenemos un amo y señor y a éste es al que le entregamos nuestra vida. Si Jesús es nuestro Amo y Señor, démosle toda nuestra vida, a ejemplo de Santa Teresa de Calcuta (ver su canonización, será este domingo).
Pbro. Gilberto
Lorenzana González
Formador en el
seminario
Diócesis de Tuxpan
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