REFLEXIÓN DEL V DOMINGO DE PASCUA


YO SOY EL CAMINO
Hech 6, 1-7; Sal 32; 1 Pe 2, 4-9; Jn 14, 1-12
V domingo de pascua, ciclo A
14 de mayo de 2017

Pbro. Gilberto Lorenzana GonzálezFormador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

El evangelio de san Juan que se narra en este quinto domingo de pascua, está ubicado en los discursos de despedida de Jesús hacia sus discípulos. Este discurso se narra en la última cena.

“Yo soy el camino…”

Jesús deja claro que Él es la más grande expresión o manifestación del Padre. Esta confesión (Yo soy el camino), la ha expresado en el momento en que iba a dar su vida, no la dijo antes de iniciar su ministerio público, tampoco en las Sinagogas; sino que fue una frase dicha antes de su muerte en la cruz y desde ahí adquiere un gran sentido. Ahí mostró lo propio de Él.

De tal manera que ser el camino indica tomar las opciones que Él realizó; es decir obrar como Él, llevar una vida como la suya y dejarse mover por un amor como el de Él. En este sentido, la expresión “camino” es verlo como “ejemplo” en todo.

Por otra parte, ser “camino” significa recorrer por el misterio de sí mismo; es decir no tenerlo como a Alguien que ya se conoce, sino como a Alguien que siempre va a mostrar algo novedoso, por lo mismo es Alguien que siempre hay que conocer.

“Nadie va al Padre, sino es por mí”.

Tomás le pregunta Jesús algo muy común entre los seres humanos. “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿Cómo podemos saber el camino? Lo normal es que cada quién al tener en mente una meta; en razón de ella, va eligiendo su camino para llegar a ese fin. Jesús le responde a Tomás: “nadie va al Padre, sino es por mí”. Por tanto, el término del “Camino” es el Padre.

Le pregunta de Tomás se centra en la meta y en base a ello está la opción del camino. Esta manera de pensar no funciona aquí; porque el Único que conoce la meta, que es el Padre, sólo es Jesús, puesto que al Padre nadie lo ha visto jamás, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Lo más relevante es que la meta no se puede adquirir mediante la reflexión. La meta del camino que es el Padre, para poseerla se necesita estar adentro de Jesús y así llegar a tal fin. Dicha meta no es recompensa de un “me porte bien” o de una “paga de un trabajo”, tampoco “recompensa”. Es benevolencia, misericordia, gracia, don de Dios.

Por tanto, el lugar exacto para poder llegar al Padre no es otro que la cruz. Quien abrace la cruz como signo de redención puede llegar a la casa del Padre y podrá ocupar una habitación ya preparada por Jesús.

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