REFLEXIÓN DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR


LA ASCENSIÓN, UN MISTERIO GLORIOSO
Hech 1, 1-11; Sal 46; Ef 1, 17-23; Mt 28, 16-20
Solemnidad de la Ascensión del Señor; Ciclo A
28 de mayo de 2017

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

El misterio de la resurrección es tan grande que no es suficiente un día, ni cincuenta para terminar de meditar la grandeza del amor de Dios hacia la humanidad. La solemnidad de la Ascensión del Señor y la Efusión del Espíritu Santo son un signo más de este misterio y de su amor infinito.

1.      La Ascensión, un misterio glorioso.

El misterio de la Ascensión es algo glorioso y no es fácil de comprender, se requiere de fe o como dice san Pablo: “Que Dios nos conceda espíritu de sabiduría y de revelación para conocerlo”. Además la Ascensión es garantía de su presencia, Él ya lo había dicho: “Yo estoy siempre con ustedes hasta el fin de los tiempos”.

¿Qué celebramos? ¿La Ascensión del Señor, es su ausencia en la tierra? Celebramos que Cristo es glorificado ante su Iglesia, los Apóstoles son los testigos de ese gran acontecimiento; además su Ascensión no es ausencia, no se ha marchado para dejarnos abandonados, pues Él dijo que estaría hasta el fin de los tiempos y esta promesa es una realidad.

Se dice que después de la resurrección hasta la ascensión pasaron cuarenta días, los cuales estuvo entre sus discípulos y algunos tuvieron la gracia de presenciarlo después de haber resucitado. Entonces… ¿Cuándo se fue al cielo? Desde ese mismo momento de la resurrección está sentado a la derecha del Padre, más bien desde la eternidad. Hay una oración que reza así: Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. En ella se reafirma que el Padre, el Hijo y el Espíritu están en la Trinidad desde siempre.

Por tanto, los días de las apariciones, son muestras de su amor y se confirma a los apóstoles en la fe. No se dice que resucitó y se quedó en una etapa intermedia como dando vueltas aquí o como dicen algunas personas, en referencia a los difuntos, que andan resolviendo lo que no pudieron terminar. De ninguna manera, no es así con Jesús.

Más bien, Cristo desde el instante mismo de la resurrección está ya con el Padre. No está en ningún momento intermedio. El entró a la gloria del Padre y envió al paráclito. Se puede decir que Cristo murió, resucito, ascendió y envió al Espíritu Santo. Estos tres misterios gloriosos, son un mismo misterio y para vivir acorde a ello, se requiere sabiduría divina para comprender tan grande misterio.

Nos cuestionamos:

¿Conoces los misteriosos gloriosos? ¿Sabes por qué se celebra la Ascensión? ¿En qué fecha se celebra? ¿Por qué la fiesta de la Ascensión se celebraba antes en día jueves y ahora en domingo? ¿Qué significa la Ascensión? ¿A qué te invita la celebración de la Ascensión?

2.      ¿Subió a los cuarenta días? El tiempo de Jesús y el tiempo de la Iglesia.

El tiempo de Cristo es diferente al tiempo de la Iglesia. Para Cristo el tiempo es eternidad, Él murió, resucitó, ascendió y envió al Espíritu Santo, todo a la vez. En cambio, la Iglesia y la humanidad hacen una separación cronológica, es decir si se requiere del tiempo (cronos) para comprender en el tiempo el misterio (kairós), de ahí que el texto hable que durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios. Esos cuarenta días son un número simbólico, garantía de su presencia, de su amor y confirmación en la fe.

El Señor Jesús en su providencia, en su misericordia, en sus manifestaciones, apariciones, si hay un tiempo, pero este es el tiempo de los Apóstoles y a la vez es el tiempo de la Iglesia, pero no es el tiempo de Jesús, separado del Padre. Los hechos hablan de las apariciones como un tiempo, para comprender en su corazón y en la inteligencia un aspecto del misterio de la resurrección.

Por otra parte, la humanidad divinizada, glorificada de Jesús participa enteramente de la gloria de Dios y el texto de los Hechos dice que: se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Dicha nube es la presencia divina (así se da a conocer en el Antiguo Testamento). De hecho en el bautismo se oye una voz venida del cielo desde una nube, también en la transfiguración y esa (nube) es la gloria de Dios.

Este hecho es una experiencia mística (verlo alejarse), Dios se las concedió este regalo a sus discípulos y lo sigue dando; por eso ellos como testigos anuncian que todos los que creen en Él serán llamados a la Gloria del Padre.

Tan grande es el misterio (resurrección, ascensión y envió del Espíritu Santo) que Cristo ni ha dejado al Padre para venir a estar con nosotros, ni nos ha dejado abandonados para irse con el Padre.

Nos cuestionamos:

¿Dios te ha dado un tiempo (vida) y tú le dedicas de tu tiempo a Él? ¿Cuánto tiempo pasas con Él? ¿Has entendido que cada experiencia (tiempo) es para llevarte a la Gloria del Padre? ¿Tu vida tiene como objetivo estar ahí dónde está Él?

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