REFLEXIÓN DEL XI DOMINGO ORDINARIO
LA VOCACIÓN ES
FRUTO DE LA ORACIÓN
Éx 19, 2-6; Sal
99; Rom 5, 6-11; Mt 9, 36-10, 8
XI domingo del
tiempo ordinario, Ciclo A
18 de junio de
2017
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
Después
de haber iniciado el tiempo ordinario, se hizo un breve paréntesis para
introducirnos en la cuaresma, semana santa y el tiempo pascual. Nuevamente
retomamos el tiempo ordinario, ahora, en el domingo XI del ciclo A. El guía
durante este tiempo es el evangelista san Mateo (9, 36-10,8). Este texto, nos
presenta varias ideas importantes solo nos detenemos en dos de ellas.
1.
La
cosecha es mucha y los trabajadores, pocos.
Jesús ve que la gente
está fatigada y desfallecida, sin guía, ni amparo. Porque está sin pastor que
le conduzca a los pastos abundantes y aguas cristalinas. Hay pocos obreros. Los
segadores son escasos, faltan quienes llamen a tomar una decisión. Jesús se ve
ante una tarea desmesurada, que exige la cooperación de los hombres.
Jesús convierte el
problema en una oportunidad para la acción, los obreros son pocos: es algo
necesario y permanente, porque el trabajo pastoral, aunque no sea físicamente
agotador, sí agota psíquicamente.
La mies es la muchedumbre
que está como ovejas sin pastor, fatigados y decaídos porque los operarios son
pocos. Hace falta multiplicar su número y continuar la obra misional de Cristo
¿Qué hacer para ello? Cristo da la respuesta: orar al Dueño de la mies para que
envíe operarios.
Nos
cuestionamos: ¿Te has dado cuenta que el quehacer en tu
hogar, tu trabajo, la sociedad y en la Iglesia es demasiado? ¿Te has fatigado
porque el trabajo es demasiado o simplemente no te empeñas en realizar lo que
te corresponde? ¿En qué áreas de tu trabajo y de la Iglesia se necesitan más
obreros? ¿Has convertido la necesidad en una oportunidad o en un quejarte
siempre?
2. La vocación es fruto de la oración.
La necesidad de operarios
lleva a rogar a Dios, esta es la exhortación de Jesús: “Rogad, pues, al Dueño
de la mies que envíe obreros a su mies” (Mt 9, 38). Sólo la comunidad que
alimenta su fe mediante la oración intensa es apta para recibir y generar más
trabajadores de la acción pastoral.
Jesús da la exhortación a
orar al Dueño de la mies (Dios), a fin de que llame obreros para los campos.
¿Por qué exhorta a rogar a Dios para este fin? ¿No es Dios quien llama a los
apóstoles a su servicio para qué cooperen en la gran obra mesiánica?
Jesús declara que en
último término es Dios quien llama y envía al servicio de su mensaje, así como
Él es enviado por el Padre. Pero todavía indica algo más: esta oración se tiene
que realizar de manera permanente, es decir mientras llegue el tiempo de la
gran cosecha (momento escatológico). Así lo han hecho las comunidades en la
Iglesia apostólica, así se tiene que rogar en todo tiempo, incluso en nuestros
días. El fin de la oración es que Cristo quiere colaboradores para llevar esas
ovejas desfallecidas a su Reino y para que esos pastores los suscite el Padre y
entren por su puerta (cf. Jn 10, 1-2).
Por
tanto, “es necesario intensificar de diversas maneras la oración por la
vocaciones, con la cual también se contribuye a crear una mayor sensibilidad y
receptividad ante el llamado del Señor; así como promover y coordinar diversas
iniciativas vocacionales” (Documento de Aparecida, 314).
Nos cuestionamos: ¿Te has dado
cuenta que en la Iglesia se necesitan más agentes en los diferentes quehaceres
de la pastoral? ¿Has invitado a algunos de tus amigos, familiares y conocidos,
etc. para que contribuyan a la edificación de la Iglesia? ¿Has orado al Dueño
de la mies para que envíe más vocaciones a la vida sacerdotal religiosa y
misionera en nuestra Diócesis? ¿Tu oración para dicho fin es permanente o
esporádica? ¿En la Iglesia se ha intensificado la oración?
Comentarios
Publicar un comentario