REFLEXIÓN DEL XIII DOMINGO ORDINARIO
SEGUIR A JESÚS
1 Re 19, 16.19-21;
Sal 15; Gal 5,1.13-18; Lc 9, 51-62
XIII domingo del
tiempo ordinario, ciclo c
26 de junio de
2016
Pbro. Gilberto
Lorenzana González
Formador en el
seminario
Diócesis de Tuxpan
Introducción
Para seguir a Jesús se
debe de renunciar a todo (Lc 14,33); sus discípulos deben de abandonar todo (Lc
5,11.28; 18, 28), ser libres y emprender un camino detrás de Él, éste
itinerario pasa necesariamente por la cruz de cada día (Lc 9,23) y es
indispensable renunciar a lo que se ama (padres) y a todo lo que se tiene (Lc
14,25-33). Los que renuncian a todo tendrán en esta vida mucho más (Lc 18,30).
Viaje a Jerusalén
Jesús
emprende este viaje a Jerusalén por una decisión propia, va ahí sabiendo que lo
andan buscando para matarlo; no es porque desprecie su vida, sino porque allí
se cumplirá todo lo que dice la Escritura en lo referente al Mesías (Lc 18,31).
La importancia de este viaje radica en que el caminar hacia Jerusalén es una “escuela discipular”, es decir hay toda
una gran enseñanza que debemos de reflexionar más detenidamente, aprender de
este mensaje y vivir de acuerdo a ello.
Rechazo
El
viaje a Jerusalén tiene varias enseñanzas:
una de ellas es el rechazo que
Él recibe y que también tendrán sus discípulos. Ante esta negativa dos de sus
discípulos le piden autorización para que les venga a los que lo despreciaron un
castigo (fuego) del cielo. Jesús no aprueba este pensamiento, ya que todo
discípulo debe de hacer el bien ante un mal o ante aquellos que los odian deben
de tomar una actitud de amor, es decir dispuestos a perdonar las injurias de
aquellos que los odian, teniendo como modelo al Padre que es benevolente con
los buenos y malos.
Condiciones del seguimiento
Hay tres diálogos. El primero de ellos le dice: “Te
seguiré a donde quiera que vayas”. Jesús responde: “Las zorras tienen
madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde
reclinar la cabeza”. Esto indica que el discípulo debe de renunciar a todas las
seguridades de este mundo. Se trata de una libertad absoluta, no estar atado a
nada ni a nadie. Jesús mismo lleva una vida como de fugitivo, sin patria, sin
familia, sin casa y sin sujeto a cosas que le puedan proporcionar una vida
confortable. Por eso al unirse o seguirlo es asumir su misma vida.
En el segundo diálogo, Jesús dice:
“sígueme”. La persona contestó: “Señor,
déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Jesús replicó: “Deja que los muertos
entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el Reino de Dios”. La situación es
grave, porque la persona está pidiendo algo normal o natural, ya que es una
situación humana, es un deber familiar y una obligación religiosa. Recordemos
que el padre representa el modelo al que deben de observar los integrantes de
la familia. Abandonar el padre indica independizarse de la tradición trasmitida
por él (ver al hijo pródigo). Y, enterrar a un padre es: respeto, veneración y
estima por lo que fue, significa y el pasado que representa.
Lo que Jesús está
diciendo es que: Por encima de cualquier obligación está la fidelidad a Dios.
Por tanto, el seguimiento a Él no está sujeto a ningún condicionamiento. Hay
que desentenderse del pasado, romper la dependencia de tradiciones humanas y
abrirse a una nueva tarea o vida. Esto nos pone en contacto con el tercer diálogo que dice:
“Te seguiré, Señor, pero
déjame despedirme de mi familia” Jesús le respondió: “El que empuña el arado y
mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. El que renuncia a todo para seguirlo
no puede estar añorando el pasado o lo que se quedó atrás, porque no vivimos de
recuerdos, pues lo que verdaderamente vale (tesoro) es Dios y su Reino.
Aspectos prácticos:
- Dios sigue llamando, escuchemos su voz, seamos obedientes y dóciles a su llamado.
- Para seguirlo con autenticidad hay que vivir en libertad cristiana que viene del Espíritu Santo, porque la libertad nuestra es a veces egoísta. La primera es sin ataduras, sin restricciones, sin prejuicios. La libertad nuestra lleva a la búsqueda de cosas efímeras y desemboca en un libertinaje.
- Seguir a Jesús es emprender un camino, marcado por sus huellas, éste caminar pasa por la cruz y conduce a la resurrección.
- No podemos quedarnos contemplando el pasado o volver nuestra mirada a atrás, puesto que nos impide caminar bien el presente, nos cerramos a un mejor futuro y clausuras las puertas al verdadero encuentro con Jesús.
- El hecho de mirar atrás, nos inmoviliza, nos hace ser estáticos, dando muerte a nuestra creatividad, desaparece la alegría de seguir a Jesús por convicción y reducimos el seguimiento a la inercia, tradición o costumbre.
- La familia tiene una función educadora y formadora en la fe de los hijos, es ella quien ha de enseñar el por qué y para qué seguir a Jesús.
- Es el ámbito familiar es donde surge la inquietud del llamado a una vida misionera, religiosa o sacerdotal; sin embargo a veces se encuentran actitudes que imposibilitan dicho llamado. La familia debe agradecerle a Dios esta vocación de un integrante suyo y apoyar en todo lo que está a su alcance.
- Todas las parroquias deben de tener un equipo que se dedique exclusivamente a promover las vocaciones, puesto que toda la Iglesia está necesitada de misioneros (as), religiosos (as) y sacerdotes.
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