REFLEXIÓN DEL X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA REFLEXIÓN
“¡YO TE LO MANDO: LEVÁNTATE!”
1 Re 17,17-24; Sal 29; Gal 1, 11-19; Lc 7,11-17
X domingo ordinario, ciclo c
5 de junio de 2016

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

Introducción:
En el santo evangelio encontramos que una viuda, que vivía en Naím (La bella o la graciosa) ha perdido irremediablemente a su hijo único. La situación de esta mujer es muy dolorosa por lo siguiente: es mujer y como tal es indefensa, no tiene ni un padre, ni esposo o hijo quien vele por ella, no hay un futuro prometedor, no hay alegría y no hay esperanza. Tal parece que todos los males o desgracias se le han acumulado.

Dos comitivas.
La escena del encuentro de Jesús con el cortejo fúnebre tiene lugar en la puerta de entrada de la ciudad de Naím. Van dos comitivas; una que representa la vida, encabezada por Jesús, sus discípulos y mucha gente. La otra es la caravana de la muerte, la encabeza el féretro del hijo único de una viuda oriunda de ese lugar y que la acompaña mucha gente.

Caravana de la muerte.
El difunto era el hijo único de una madre, la cual era viuda; su marido y su hijo han muerto de manera prematura y este tipo de muerte en su tiempo fue considerado por los judíos como un castigo por su pecado.

El hijo facilitaba la vida a la madre, ya que a través de él la madre tenía una protección legal, sustento y consuelo. La desgracia es tan grande como la multitud que le acompaña, pero en esa misma multitud la desdicha halla consuelo, pero no misericordia.

Caravana de la vida.
Jesús vio el dolor profundo de aquella madre, al grado de compadecerse de ella, es decir hace suyo el dolor y sufrimiento de la viuda; además le afirma categóricamente: ¡no llores!

Por otra parte, la escena es delicada, porque en la mentalidad judía es impuro tocar a un muerto; pero Jesús consciente de su gracia y poder y sin temores toca el féretro, los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dio al joven la orden de levantarse y de resucitar. Es admirable que llama al joven como si éste todavía viviera; pero la fórmula que utiliza es todavía más interesante: “Joven, YO te lo mando: Levántate”.  

Jesús da la orden al joven de levantarse en su propio nombre, este poder es reservado solo a Dios, pues su llamada es la que infunde vida, sólo “Él tiene Palabras de vida eterna” (ver Jn 6, 68). Por tanto, “Dios da vida a los muertos y de la nada llama a la existencia” (ver Rom 4,17). La resurrección de los muertos es prueba de su poder y de su misericordia. El poder está al servicio de la misericordia y así, poder y misericordia son signos de salvación.

El joven vive, se incorpora y comienza a hablar. Jesús lo entrega a su madre (algo similar hará Él en la cruz con su madre y Juan), pero ante el prodigio sobrenatural el pueblo se invade de temor y asombro. Su acción salvadora suscita la glorificación de Dios, que a través de los testigos afirman:
  • Que ha surgido un gran profeta, pues Dios interviene en la historia.
  •  Y que Dios ha visitado a su pueblo (Ver Lc 1, 68ss).


Aspectos prácticos: ¡No llores! ¡Yo te lo mando: levántate!
  • Seguir fomentando un equipo litúrgico que vele por atender a los enfermos y a los difuntos, para que su tristeza sea menor y se puedan levantar pronto de la caída.
  •  Atender los familiares del difunto y al difunto con solicitud y caridad.
  • ¿Por qué lloramos? Son tantas las lágrimas que muchos veracruzanos hemos rodado a causa de los secuestros, extorsiones, desaparecidos, impotencia por la corrupción, la impunidad, etc.
  •  Por eso, El Señor Jesús igual que a la viuda nos dice: ¡no llores! Estoy yo aquí, él ve nuestro dolor, se acerca, nos toca y nos invita a levantarnos.
  • Nuestro Estado se debe de levantar este domingo (“dominus” = Señor) a emitir el voto de manera libre (que nadie robe tu libertad), en secreto (no tienes que decir a nadie por quién vas votar y no prestar tu credencial), en conciencia y con responsabilidad. No votar por alguien que promueva cosas contrarias a nuestra fe. Hay que elegir y elegir bien (¡claro!, de los males el menor), pero no todo queda en votar y elegir, sino que hay que dar continuidad a lo que se está realizando y se vaya a realizar por el bien de nuestro Estado y de nuestros municipios.
  • Cada persona, cada familia y la Iglesia se deben de levantar de donde están muertos, porque aunque nos movemos a veces estamos muertos en vida. Solo Jesús nos puede levantar del fango en que hemos caído, dejémonos tocar por Él y seamos obedientes a su llamado que da vida.
SEGUNDA REFLEXIÓN 
“DEVUÉLVELE LA VIDA A ESTE NIÑO”


Dios es el creador de todo y el ser humano es una creatura, por ser tal es frágil o débil, es decir se enferma tarde o temprano; pero también es limitado, tiene un fin, o sea tiene caducidad, por tanto la muerte llega, ya sea iniciando la vida, en la niñez, adolescencia, juventud, edad adulta, etc. y a final de ello constatamos que somos simples criaturas y que estamos de peregrinos en este mundo.

Una muerte inesperada
Indudablemente que la muerte de un familiar, amigo o conocido duele. La muerte que más impacta es aquella que se presenta de manera repentina y máxime si es a temprana edad. En el libro de los Reyes se afirma que: el hijo de la dueña de la casa, en donde se hospedaba Elías, al tener una enfermedad tan grave murió (ver 1 Re 17,17s).

¿Dios es el culpable de nuestra muerte?
Las reacciones ante la muerte son variadas y esto depende de la formación de las personas. Muchos culpamos a Dios, tal es el caso de la madre del niño que ha muerto. Ella le dice a Elías: ¿Qué te he hecho? ¿Has venido aquí para que recuerde yo mis pecados y se muera mi hijo?

Actitudes de Elías
  • Escucha con atención a la madre del niño.
  • Ante el reclamo de la madre se mantiene sereno, tranquilo y no le dice nada en contra.
  • Hace oración suplicándole a Dios: “devuélvele  la vida a este niño”
  •  Su oración confiada ha hecho que su hijo recobre la vida.


Aspectos prácticos
  • La vida es un don de Dios y por tanto es responsabilidad nuestra cuidar de la vida, pero también la familia, a Iglesia y el Estado tiene esa responsabilidad.
  • Dios no es el autor del mal, ni lo quiere para nosotros; sin embargo éste se presenta para hacernos dudar de Dios. Por eso ante un dolor, sufrimiento o ante la muerte le reclamamos y dudamos de su existencia, presencia y de su amor.
  • Elías hace oración, esto indica que la oración tiene una gracia especial y que por medio de ella podremos obtener lo que necesitamos, ya que Dios siempre escucha el clamor de su pueblo, atiende con solicitud y prontitud nuestras necesidades.
  • Ante el inevitable hecho de la muerte debemos de prepararnos humana y espiritualmente. A nivel espiritual contribuye en ello la frecuencia a la oración; los sacramentos (eucaristía, la reconciliación) nos fortalecen; asistir a un grupo parroquial nos permite tener una fe sólida, tener un sacerdote como guía espiritual nos prepara humana y cristianamente.

·         No tenemos por qué reclamarle a Dios ante la muerte de un familiar, más bien es necesario examinarnos en que hemos fallado nosotros y la pérdida humana es una oportunidad para acercarnos con más devoción ante el Señor.

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