REFLEXIÓN DE LA SOLEMNIDAD DE PENTECOSTÉS
EFUSIÓN DEL ESPÍRITU SANTO
Hech 2,1-11; Sal 103; Rom 8,8-17; Jn
14; 15-16.23-26
Domingo de Pentecostés, ciclo c
15 de mayo de 2016
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
Introducción
Dios es Uno y Trino,
pues hay Tres Divinas Personas realmente distintas: el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo. Pero el actuar divino no es por separado, nosotros hemos hecho
una distinción de manera intelectual para precisar el obrar de cada uno de
ellos y por eso determinamos que la acción creadora le corresponde al Padre, la
acción salvadora al Hijo y la acción santificadora al Espíritu Santo.
Lo cierto es que Dios existe y se manifiesta, es
decir se da a conocer. En pentecostés se nos da de manera efusiva, pero no
quiere decir que ahí empezó a existir, ni que fue la única y la última
expresión o efusión. Cada día se nos da y debemos de estar atentos para
descubrir su presencia en las diferentes maneras en que se nos da.
I Símbolos del Espíritu Santo
En la primera lectura
encontramos la efusión del Espíritu Santo y lo hace a través de unos símbolos,
saber:
1. Fuerza o ruido y fuego son símbolos propios de la divinidad.
El nombre propio de Espíritu es Ruah
(término hebreo) que significa soplo,
aire, viento. Jesús lo utiliza en el diálogo con Nicodemo para hablar de la
novedad trascendente del soplo de Dios y que nos conduce a lugares inesperados
pero seguros (ver Jn 3,5-6).
El viento
es algo que nos sacude, nos mueve y nos
lleve a lugares insondables. Cada bautizado que conforma nuestra Iglesia,
requiere de este soplo divino, porque sencillamente alguien que no tiene el
Espíritu de Cristo, no es de Cristo (ver Rom 8, 9). Además la realidad misma
nos dicta que hay muchas cosas que debemos de mover o se deben dejar sacudir
para bien nuestro, bien de la Iglesia y de los demás.
Porque parece y así se ve que la Iglesia está
estática, con los brazos cruzados, inhábil como si el Espíritu no soplara en
Ella. La Iglesia está como desconcertada ante los avances de la ciencia y
técnica, la globalización y la nueva mentalidad postmoderna. Constatamos que
hay Iglesias vacías o semivacías, los que asisten más son personas de pelo
blanco (sin despreciar o minimizar su presencia y participación), pero…y los
demás (niños, adolescentes, jóvenes…). Los seminarios y casas de formación
están vacíos; por mencionar algunos casos.
Por eso ¡ven!, ¡ven!, ¡ven ya Espíritu Divino! entra
en nuestro corazón empedernido, sacúdenos y condúcenos hacia tu vida divina.
2. Fuego es la energía transformadora. Elías es el
profeta del fuego, pues sus palabras quemaban como una antorcha e iluminan en
medio de las tinieblas. Por la fuerza del fuego divino realizó grandes
transformaciones (Ver Sir=Eclo 48,1).
Juan Bautista anuncia que Jesús bautizará con el
Espíritu Santo y fuego (ver Lc 3,16). Jesús afirma he venido a traer fuego a la
tierra y cuando desea que esté ya ardiendo (ver Lc 12, 49). En pentecostés el
Espíritu Santo bajó en forma de lenguas de fuego (ver Hech 2,3-4) para
transformar las situación actual de los discípulos quienes están encerrados por
miedo a los judíos (ver Jn 20, 19ss). Están acobardados y caminan desilusionados,
desanimados, sin esperanza. El fuego divino viene a transformar la insensatez y
la dureza de corazón para seguir creyendo en la fuerza del resucitado (Ver Lc
24,13ss).
Inmediatamente se descubre que hay un cambio radical
y pasan de ser acobardados a ser anunciadores de Jesús afirmando que está vivo
y no les importa ser amenazados, ultrajados, azotados y llevados a la cárcel
por su causa. Todo ello es gracias al fuego divino del Espíritu recibido en
pentecostés. Es Él (Espíritu Santo) el que los ha transformado para ser
heraldos y testigos de la resurrección de Cristo.
La realidad nuestra pide una transformación radical
pues se necesita frenar la violencia, delincuencia, extorciones, se necesita
viviendas dignas, atención sanitaria, no hay centros de salud que atiendan y
valoren la vida, no hay una buena educación académica, no hay empleos y los que
existen son temporales y mal remunerados, los gobiernos son dictatoriales y
corruptos, la cultura es marginada y se impone la globalización, la mujeres son
discriminadas.
Por esas cosas que vivimos y otras más; te aclamamos:
¡Ven espíritu divino y enciéndenos en el fuego de tu amor!.
3. Lenguas, no es que los
apóstoles hablen lenguas extrajeras, sino que cada quien en su propia lengua
escucha las maravillas de Dios. No hay
que renunciar a su lengua o cultura para ser de la Iglesia, como lo tenían que
hacer los prosélitos judíos. Dios quiere ser alabado y bendecido por todas las
lenguas y culturas.
El lenguaje del Espíritu es el lenguaje del amor,
manifestado a través de la comprensión ternura bondad, servicio, misericordia, verdad,
justicia, bien común, etc. para este lenguaje no necesitas hacer un estudio de
idiomas cualquier persona del mundo entiende sin palabras una caricia, un gesto
de ayuda, un abrazo de hermanos, un servicio desinteresado, etc. lo que si nos
falta es estar llenos de Él, para que los que nos ven y escuchen descubran la
efusión de su presencia.
Hablar este lenguaje es un don y como tal es una
gracia y se ofrece a aquel que lo solicita con humildad y amor; porque nadie
puede dar lo que no tiene y por eso a veces simulamos tenerlo y lo único que hacemos
es volvernos unos simples charlatanes del lenguaje de su amor.
Día con día escuchamos en los medios de comunicación,
en el ámbito laboral, comercial, educativo, religioso, político discursos,
conferencias, ruedas de prensa, pero el lenguaje que ahí se expresa es un
lenguaje carente de la fuerza de la palabra, es un discurso vacío simulando el
amor a la verdad, la justicia, el bien común, etc. los cristianos debemos de
ser conscientes que recibimos el Espíritu Santo, pero no para que esté pasivo
sino para convertir su presencia en un lenguaje de amor en una alegría
constante o en una dilatación de la amplitud del corazón.
Por tanto, ¡ven Espíritu Santo, llena los corazones
de tus fieles, enciende en ellos el fuego de amor. Envía Señor tu Espíritu y todo
será creado y se renovará la faz de la tierra.
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