REFLEXIÓN DEL V DOMINGO DE CUARESMA
LÁZARO ENFERMO,
MUERTO Y REVIVE
Ez 37, 1-14; Sal
129; Rom 8, 8-11; Jn 11,1-45
V domingo de
cuaresma, ciclo A
2 de abril de 2017
Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan
En este último domingo de
cuaresma el evangelio de Juan nos presenta a Jesús como la vida y el dador de la
misma. La escena se desarrolla en Betania. Ahí radican los amigos de Jesús:
Marta, María y Lázaro. Éste se encuentra enfermo y posteriormente muere, Jesús
se conmueve de Él y le devuelve la vida.
Lázaro
está enfermo.
Las dos hermanas le manda
a decir a Jesús: “Señor, el amigo a quien tanto quieres está enfermo”. El
evangelio no describe que tipo de enfermedad es la que padecía.
Jesús estratégicamente se
queda más tiempo (dos días más) en el lugar donde está y deja como pasar el
tiempo. Cuando Él llega al lugar de los hechos Lázaro ya ha muerto.
Sin embargo, ya ha
anunciado que: “Esta enfermedad, no acabará en la muerte…servirá para la gloria
de Dios...”
Lázaro
ha muerto.
El tiempo que ha
transcurrido son ya cuatro días, necesarios para que un cuerpo entre en estado
de putrefacción.
Marta le dice a Jesús:
“Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano…”. Esto mismo le
dice María a Jesús.
Es María la que conduce a
Jesús al lugar de su sepultura. Y ver Jesús llorar a María y a los judíos
también llora con ellos, por la pérdida de Lázaro. Sin embargo, Jesús se
detiene ante el sepulcro y pide que quiten la loza.
Lázaro
ha revivido.
Jesús levanta los ojos
hacia el cielo y exclama con oración de gratitud al Padre. Y con voz potente le
pide a Lázaro que salga de ese lugar. Inmediatamente éste obedece a la fuerza
de la Palabra, atado de los pies y con un sudario en la cabeza, según se
acostumbra a enterrar a los muertos entre los judíos. Y da la orden de que lo
desaten para que pudiera caminar. Y muchos al ver el milagro creyeron en Él.
Las
enfermedades hoy.
Las enfermedades se dan
por descuido de la vida, son a veces parte del proceso físico (ancianidad).
Cuando alguien está enfermo las personas del entorno (familia, amigos,
conocidos y hombre de fe o buena voluntad) se mueven para brindarle un apoyo.
Las tres enfermedades que
más afectan al País son: obesidad, diabetes y cáncer.
Cada ser humano es
responsable de su vida y del cuidado de la salud. La familia, el gobierno y la
Iglesia son corresponsables en ese cuidado.
Nos cuestionamos: ¿Cuido
de mi vida (salud)? ¿Brindo un servicio pastoral del cuidado de los enfermos?
La
muerte de muchos Lázaros hoy.
Las enfermedades en
muchas ocasiones son antesala de la muerte: Por lo mismo, tres causas de muerte
en el País son: cáncer, diabetes y obesidad; sin embargo se han sumado otras
como: el crimen organizado y con ello la violencia, secuestros, confrontación
de bandas delictivas, consumo de estupefacientes. Todo ello se caracteriza por
la crueldad, venganza, odio, resentimientos, búsqueda del poder y la obtención
del dinero fácil, etc. y que se ha vuelto algo “normal” “habitual” o “cultura”
y es como una estructura. Lo más triste es que ya no hay pecado, no sentimos
nada por la desaparición del alguien o por su muerte, ya no lloramos, ya no hay
dolor por quitarle la vida a alguien.
Nos cuestionamos:
¿Participo en algunas de estas acciones? ¿Permito que algún familiar esté
involucrado en estas organizaciones?
Lázaro
ha resucitado.
La cuaresma es un camino
que nos conduce a la pascua y ésta es el centro de nuestra fe (resurrección del
Señor). ¿El hombre de hoy realmente cree en la resurrección de los muertos? Los
discípulos de Cristo al reunirse cada domingo a celebrar la Eucaristía profesan
en el credo, lo siguiente: “creemos en la resurrección de los muertos y en la
vida futura”. Con ello se reafirma que la vida no termina junto al sepulcro,
sino que peregrinan a la casa del Padre.
El común de los seres
humanos permeados por la cultura secularista niega en la práctica (con
actitudes y acciones) la vida del más allá. Se aferran tanto a la vida terrena
que no se piensa en las cosas del cielo. Por tanto, implícitamente, se cree que
la vida termina aquí, junto al sepulcro.
La visión
cristiana de la muerte se expresa de modo privilegiado en la liturgia de la
Iglesia: «La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma: y,
al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el
cielo».
Nos
cuestionamos: ¿Me estoy preparando para celebrar dignamente la pascua? ¿Me
estoy preparando para la pascua eterna?
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