REFLEXIÓN DE LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR


PEREGRINOS TRANSFIGURADOS
Dn 7, 9-10.13-14; Sal 96; 2 Pe 1, 16-19; Mt 17, 1-9
XVIII domingo ordinario, Ciclo A
6 de agosto de 2017

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

Jesús tomó consigo a Pedro, Santiago y Juan…y los hizo subir a solas con él a un monte elevado. Ahí se transfiguró en su presencia: su rostro se puso resplandeciente como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la nieve.

La vida es un continuo peregrinar.

La vida de cada uno es un continuo caminar, la razón principal es que todos son peregrinos en este mundo. La estadía es breve, aunque se viva aquí algunos años. El salmo 90,9 dice: “como un suspiro gastamos nuestros años. Vivimos setenta años, ochenta con buena salud, más son casi todos fatiga y vanidad, pasan presto y nosotros volamos”.

El peregrinar tiene altibajos.

El caminar siempre presenta altibajos, siempre habrá caídas. Cada caída enseña cómo poder levantarse, educa a caminar mejor, a marchar sereno, seguro, decidido a llegar al lugar propuesto. Jesús en su vía crucis cayó tres veces y las tres veces se levantó para enseñar que todos se deben y pueden levantar con la gracia de Dios, fuerza y voluntad.

Peregrinar en equipo.

Mientras se es peregrino hay quienes siempre quieren caminar solos. Es mucho mejor ir en equipo, formar comunidad. Es muy conveniente ser parte del equipo de Jesús. Él debe ser nuestro guía. En el equipo deben de ir nuestros amigos, familia y personas afines, sin dejar a fuera a quienes no piensen, ni sean igual que yo. Caminar en equipo es muy conveniente y tiene sus ventajas, he aquí algunas de ellas: no sentirás solo (a), no podrás perderte porque otro te ayudará a retomar el camino, cuando te caigas te ayudará a levantarte, llegar a la meta juntos es un gozo siempre compartido.

Caminamos hacia una meta.

Cada persona cuando camina, no camina sin sentido, sin rumbo fijo. Siempre hay una razón de cada caminar, es decir hay una meta. Cuando llegas a ella hay un inmenso gozo, sin embargo debe de haber otro meta más y así sucesivamente. Quedarse sólo con esa primer meta es quedarse rezagado, ser conformista, no estar actualizado, etc.

La meta de todo discípulo es renovarse constantemente, es la conversión, es encontrarse a diario con Jesús, en los sacramentos, oración, comunidad reunida, especialmente con los más necesitados. Todas estas metas son vitales y nos dan la gracia suficiente y son un anticipo de la meta definitiva, ¿ésta cuál es?

Jesús ha tomado a Pedro, Santiago y Juan y los llevó al monte y ahí se transfiguró en su presencia. Por tanto, la vida del discípulo es llegar ahí dónde está Jesús.
Toda actividad, todo proyecto no debe tener otro punto sin ir al encuentro definitivo con Dios. Él te va a dar la transfiguración eterna. Serás con una luz resplandeciente, serás como un Ángel. Contemplando eternamente a Dios.

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