REFLEXIÓN DEL DOMINGO XXI ORDINARIO


¡SEÑOR, ÁBRENOS!
Is 66, 18-21; Sal 116; Heb 12,5-7.11-13; Lc 13, 22-30
XXI domingo ordinario, ciclo c
21 de agosto de 2016

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador en el seminario
Diócesis de Tuxpan

Jesús: modelo itinerante.

El caminar de Jesús es acción, es movimiento que se transforma en enseñanza, es misión. Al caminar nos está mostrando el contenido de la Escritura, la búsqueda del Reino, el camino de la salvación. Todos están convocados para tomar una decisión, de aceptación (seguirlo) o de rechazo.

Jesús en su peregrinar se convierte en modelo de todo caminante, su camino es preparación del testimonio que tienen que dar los discípulos y apóstoles. La meta del caminar es Jerusalén. Es ahí donde le aguarda la pasión, muerte, resurrección y elevación-ascensión al cielo.

De esta manera va indicando el camino de la resurrección personal y de la salvación. Así que cada discípulo es y debe ser un testigo de esa meta mientras va de camino. Teniendo presente que por muchas tribulaciones hay que pasar para llegar a la meta.

Imagen de la puerta (estrecha y cerrada).

Esta imagen de la puerta está en relación con Jesús, quien dice: “Yo soy la puerta: si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto” (ver Jn 10, 9).

La imagen de la puerta estrecha significa que el ingreso a través de ella es difícil, esto no quiere decir que Jesús nos dificulta el ingreso hacia Él. Más bien se refiere que el acceso a través de Él que es camino hacia el Padre, implica muchas exigencias. Así que el camino angosto es aquel que conduce a la vida y el de la perdición es más amplio.

La imagen de la puerta cerrada significa:   no optar por Jesús, no seguir sus pasos y que por libertad se le rechaza y no vivir acorde a sus enseñanzas, entonces no hay acceso a la felicidad en plenitud, no se podrá participar del banque que es el Reino. Quedar fuera traerá llanto, desesperación, rechinar de dientes.

Imagen del banquete.

Esta imagen se expresa desde el Nuevo Testamento, como la primera lectura de hoy (Is 66, 18-21) y alcanza su máxima expresión en el Nuevo Testamento. El banquete es una imagen de encuentro festivo y compartido, es gozo o alegría y confirma la felicidad de un acontecimiento: alianza nupcial; que se concretiza en la Eucaristía y se extiende en la vida diaria.

Por otra parte, participar del Reino es como participar en un banquete, éste es un encuentro eterno en donde habrá una felicidad en plenitud, por el encuentro con los amigos y el Amigo. El banquete es algo que congrega por su naturaleza misma de fiesta; en el banquete del Reino participarán de todas las naciones (oriente, poniente, norte y sur) y sólo estarán excluidos, por libertad, aquellos que no son amigos, aquellos que hacen el mal.

Los banquetes también están llenos de sorpresas, porque hay quienes a veces pensamos tener asegurado un lugar y sin embargo, es probable que sea rechazado, mientras que los abandonados o que no podrían asistir, son quienes pueden tomar parte de ellos. Nos queda claro que: el reino no se compra, ni puede uno estar seguro de su participación. A veces excluimos porque queremos estar seguro de ser incluidos. Más bien, la participación es un don, que no es de mi exclusividad, sino que se extiende a otros.

Aspectos prácticos:

  •  Entrar por la puerta es caminar de manera recta, ordenada, vivir bajo disciplina y respetar todo norma que nos permita vivir en una sana armonía. Es transitar bajo la enseñanza que nos ha transmitido Jesús y estar realizando su voluntad.
  • El 8 de diciembre de 2015 se abrió la puerta de la misericordia, es decir una imagen bíblica simbolizando un año dedicado a vivir bajo las directrices de la caridad y se prolonga a lo largo de toda nuestra vida; concretizando todo ello en los hermanos más necesitados, sabiendo que a través de la fe y la esperanza se abren las puertas, principalmente con la llave de la misericordia.

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