REFLEXIÓN DEL XXIII DOMINGO ORDINARIO


CORRECCIÓN FRATERNA
Ez 33,7-9; Sal 94; Rom 13, 8-10; Mt 18, 15-20
Domingo XXIII del tiempo ordinario. Ciclo “A”
10 de septiembre de 2017

Pbro. Gilberto Lorenzana González
Formador del seminario
Diócesis de Tuxpan

1. LA CORRECCIÓN FRATERNA.

Lo primero que debemos de tener presente es que nadie es perfecto, toda persona por ser tal comete pecados, tiene defectos, se equivoca. Lo ideal es que cada uno se dé cuenta de ello; sin embargo, a veces no sucede así.

Por eso, es vital la presencia del otro (alter, prójimo, hermano), para que lo ayude, lo oriente, le haga ver sus errores, etc. Y pueda crecer como persona y como discípulo del Señor.

1.1 ¿Por qué debo corregir al otro?

a) Es mi hermano: para tomar la iniciativa de corregir a otro, debes de tener presente que el otro no es un número, una estadística, un objeto, un cualquiera, sino un ser humano, es una persona, es tu hermano.

Anécdota: una vez un joven llevaba a su hermano más pequeño cargado durante una larga travesía, el cual se había lastimado. En ese trayecto también iban algunas otras personas, las cuales lo iban observando y estaban admirados por tal hazaña, pero uno de ellos le preguntó ¿no se te ha hecho pesado? El joven respondió con mucha serenidad: ¡No, porque es mi hermano!

Efectivamente, la razón principal para tomar la iniciativa de corregir a otro es porque ese otro es tu hermano. Pues, Cristo nos ha hecho hermanos en la cruz.

b) Para salvarlo: desde el terreno de la fe se sabe que el fin nuestro es la salvación. La cual ha sido otorgada por Jesucristo, al morir por ti y por mí. Por eso, el sacramento del bautismo está bajo ese orden (dar la salvación).

Así que, cada uno tiene ese compromiso moral con el otro y le debe de ayudar para que adquiera la salvación. Bajo este precepto está enmarcada la corrección fraterna. El mismo texto evangélico lo señala: si te escucha habrás salvado a tu hermano.

1.2. ¿Cómo debo de corregir?

a) Dialogando: no es lo mismo platicar, que dialogar, ya que esto último consiste en tratar un asunto entre dos o más personas hasta llegar a un acuerdo. El diálogo puede estar acompañado de una postura amable o cordial, hasta llegar a una discusión acalorada.

En el diálogo se revelan sentimientos, pensamientos, emociones, intenciones, estados de ánimo, etc. Es decir, se refleja la personalidad.

Todos estos elementos influyen para llegar a un acuerdo (corrección), sin embargo, no hay diálogo con actitudes de: prepotencia, arrogancia, altanería, cerrazón, etc.

b) Caridad: la carta de San Pablo a los Romanos dice: no tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo. Por tanto, cuándo se requiere ayudar al hermano, se debe de corregir con mucho amor, es decir se debe de realizar con una gran dosis de humildad y de gran discreción.

Además se deben de incluir los siguientes elementos:

Ø  Palabras: afirmamos que hablando nos entendemos y es cierto. Para ello un papel preponderante juegan las palabras. Si al querer corregir a alguien, le pensamos mucho porque no sabemos o a veces si sabemos cómo va a reaccionar la persona. Por ello, es vital no gritar, insultar, ofender, herir, lastimar con nuestras palabras; muy distinto es cuando se corrige con mucha caridad.

Ø  Lugares: no es lo mismo corregir en público que en privado. El texto mismo del evangelio dice: ve a solas…

Ø  Momentos: cuando se está alterado, intranquilo o no se está en un buen momento, lo más recomendable es no abordar los temas delicados, es mejor buscar el momento indicado para ello. Es necesario que la persona esté tranquila.

Ø  Tiempo: siempre habrá un tiempo para cada cosa, no es bueno ni adelantarse, ni dejar las cosas para otro día. El mismo adagio nos dice: no dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, porque lo que al tiempo se le deja al tiempo se le queda.

2. EL ITINERARIO DE LA CORRECCIÓN.

2.1 Sólo: la responsabilidad de cada uno es corregir al que yerra y por lo mismo el ofendido es el que debe de dar el primer paso para ir a ver y dialogar con el agresor. Lo más fácil es divulgar lo que ha hecho, esta manera de proceder no soluciona el problema, al contrario lo engrandece.

De lo que se trata es de salvar al hermano y no de perderlo, se trata de corregirlo y no de hundirlo.

2.2 Testigos: dice el mismo evangelio donde estén dos o más reunidos en mi nombre ahí estoy yo, por eso la importancia de hacerte acompañar de una o dos personas más.

Los testigos son necesarios porque el agresor debe entender que está equivocado y que lo expresado a nivel individual no es un invento o algo personal, sino que se trata de la verdad y de su misma persona para que reoriente su caminar.

2.3 Comunidad: se trata de la familia, grupo de amigos, del grupo parroquial al cual pertenezco, etc. Esta comunidad es la Iglesia; ella debe de velar para que ninguno se pierda, que ninguno siga viviendo en el pecado, que ninguno se aleje de Dios.

La Iglesia siempre se reúne en torno a la Palabra de Dios y acoge su mensaje, al ser depositaria de esta Buen Nueva, ella es la primera responsable de esta enseñanza. La Iglesia es un recinto de amor y de perdón. Por tanto, debe de vivir conforme a tal doctrina.

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