REFLEXIÓN DEL CUARTO DOMINGO DE PASCUA
JESÚS, BUEN
PASTOR, QUE DA LA VIDA
Hech 13, 14.43-52;
Sal 99; Ap 7,9.14-17; Jn 10,27-30
IV domingo de
pascua, ciclo c
17 de abril de
2016
Introducción
Estamos
celebrando el IV domingo de pascua. En
el primer domingo, conocido como el domingo de la resurrección, meditamos las
diversas apariciones de Jesús a las mujeres, junto con el pasaje de los
discípulos de Emaús. En el segundo domingo meditamos las apariciones de Jesús a
sus apóstoles, denominado como el domingo de la misericordia. En el tercer
domingo meditamos nuevamente la tercera aparición de Jesús a sus apóstoles, así
como el diálogo de Él con Pedro y el encargo del pastorear a sus ovejas. Ahora,
este IV domingo meditamos a Jesús como el Buen Pastor. De tal manera, que este
domingo es conocido como el domingo del buen Pastor, buen motivo para felicitar
a los todos los sacerdotes.
En
este domingo del buen pastor. La centralidad de la reflexión gira en torno a
Jesús que da la vida. Para ello hemos hecho un breve recorrido en este caminar
que ya llevamos de la pascua, haciendo un brevísimo recordatorio de cómo Jesús
nos da su vida.
Cristo nuestra
pascua
¿Qué es la pascua? El término
significa paso. Ésta expresión aplicada a nuestra fe se refiere al paso de: la
esclavitud a la libertad, es el paso del pecado a la gracia, pero sobre todo es
el paso de la muerte a la vida. Cristo es nuestra pascua porque en Él se hace
realidad todo ello. Él ha vencido a la muerte, porque es el dueño de la vida,
nadie se la quita, Él la da. Él es la vida y quiere darnos vida y vida en
abundancia. Quiere darnos vida eterna.
Así pues, la Iglesia consciente de ello, además de
ser Madre y Maestra y siendo
depositaria de esta gran riqueza que le da dado Cristo y que el Espíritu sigue
compartiendo, tiene la enorme responsabilidad
de compartir esta riqueza pascual (tener vida); y lo hace, de tal manera
que la vida que Jesús nos da la encontramos
en la liturgia, con todos los
signos, gestos, posturas y celebraciones; la riqueza también está en los pasajes bíblicos que durante este ciclo c hemos ya reflexionado, todos
ellos son abundantes y nos conducen de la mano hacia el dador de vida (Cristo
nuestro cordero pascual). Estos mismos textos no sólo contienen una riqueza doctrinal,
sino también una riqueza espiritual.
La
vida nueva desde las lecturas. En estos días meditamos
ese diálogo de Jesús con Nicodemo y la invitación a re-nacer de lo alto.
Precisamente la pascua es una nueva vida. El bautismo es un renacer desde Cristo
dando muerte con Él al pecado y vivir en la gracia del Señor. Por eso, todos
los domingos de pascua, en todas las celebraciones se tiene que hacer la
aspersión con el agua bendita, porque nos recuerda el renacer a una vida nueva.
También hemos ya reflexionado
el capítulo 6 del evangelio de san Juan que nos habla de Jesús como el pan de
vida. El alimento físico es necesario para tener vida terrena, pero también el
alimento eucarístico es vital, sin la recepción de Él nuestra vida no tiene
sentido. Somos muchos los que no recibimos la Eucaristía y por tal motivo nos
privamos de la vida en abundancia que Cristo te quiere dar.
Este alimento da vida
eterna y ésta es vivida aquí en la tierra, pero también después de que tengas
que partir de este mundo. Jesús está colmado de vida y la quiere compartir,
¿Por qué la desprecias?. Por tanto, es comprensible que la pascua es el centro
de la fe, porque Jesús da su vida en cada instante por nosotros.
Jesús, Buen Pastor
que da la vida
Esta
imagen de pastor en entendible para los oyentes de Jesús, puesto que es una
fuente de trabajo, en su tiempo, era la vida pastoril. Es una imagen clásica en
la vida de la economía concerniente a lo agrícola y ganadería. Así que la
imagen del pastor y oveja es clásica en la literatura bíblica
El buen pastor es tal
porque:
- Conoce las ovejas. El Papa Francisco ha insistido que los pastores deben de “oler a oveja”, es decir deben de estar en constante cercanía con las ovejas conociendo sus sufrimientos y sus gozos, angustias, tristezas, triunfos, proyectos, etc.
- Las guía a buenos pastos. El conocer la realidad es necesario pero desde la óptica de pastor, a partir de ahí orientar la vida con la luz y la fuerza de la Palabra, la oración y los sacramentos.
- Las lleva a arroyos de agua cristalina. Cuando se escucha la Palabra, ésta nos educa, nuestra conciencia, buscará y amará la verdad, la justicia, el bien común, nos hace crecer en la fe, la esperanza y se vive en la caridad.
- Las protege y defiende de los enemigos (lobo). El pastor que ama a sus ovejas siempre las protegerá, defenderá de los ataques de los enemigos. En cambio el asalariado no le interesan las ovejas y las dejará para que el enemigo haga de ellas presa fácil.
- Da la vida y les da vida eterna. La entrega del pastor se nota, a través de signos, gestos, palabras, etc. No se queda nada para sí mismo, sino que lo da todo en el día a día y produce vida en los demás.
Jesús es el Buen Pastor y
nos comparte este pastoreo. En los inicios de la Iglesia, el cuidado de las
ovejas fue dado a Pedro como garante de unidad. Ahora, esta tarea es
responsabilidad del Papa, obispos, sacerdotes y agentes de pastoral, a saber:
misioneros (as), religiosas (os), catequistas, celebradores, padres de familia,
etc.
Las ovejas son buenas:
- Si escuchan su voz. ¿De qué sirven buenos pastores si no los escuchamos? Por eso es vital frecuentar la Palabra, escuchar y ser obedientes a su mensaje. Así obtendremos vida.
- Si se dejan guiar. Al ser obediente, estamos obteniendo vida y vida en abundancia.
- Si buscan la unidad. El individualismo provocará desaliento, fractura, des-unión. La unión es fuerza y da vida. Todo bajo la guía del pastor.
Pbro. Gilberto
Lorenzana González
Formador en el
seminario
Diócesis de Tuxpan
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